Los shoot’em up (dispara a todo lo que se mueva) son un género que no ha dado demasiadas alegrías al mundo del videojuego. Por lo general, se mueven en parámetros arcade, lo que se traduce en juegos divertidos, pero muy cortos. Ejemplos de este género son los clásicos Virtua Cop o Time Crisis, que en sus versiones recreativas y domésticas incorporaban, además, unas pistolas de mentira que hacían de la experiencia algo aún más divertido (otro día hablaremos de la violencia, si les parece).
A pesar de todo, hay algunas excepciones que han sobrepasado la barrera del shoot’em up para llevarlo a un nivel cualitativamente muy superior. La saga Panzer Dragoon, de la que aquí recogemos su segunda entrega (en realidad, nos valdría cualquiera), fue allá por los noventa un soplo de aire fresco y supuso un punto de inflexión en la evolución del género.
Situado en un universo mitológico, la trama de estas historias confluía, con ligeras variaciones, en que un joven o jovencita terminaban a lomos de un dragón repartiendo estopa a diestro y siniestro. Ejércitos de criaturas tecnológicas salían a nuestro paso por bosques, océanos y desiertos de una calidad fotográfica e hiperrealista, y mientras nuestro dragón se ocupaba del vuelo nuestra única misión era reducir a cenizas a todo bicho viviente.
La gran novedad de Panzer Dragoon fue establecer un sistema de disparos en tres dimensiones y delegación parcial del pilotaje, en un sistema conocido como rail shooter, ya que a todos los efectos es como si uno fuera montado en una vagoneta por una ruta predeterminada. Con la diferencia de la tercera entrega, que incorporaba interesantes elementos RPG y mayor control de vuelo, las demás se basaban en esta sencilla y efectiva estructura de juego, que copó portadas y alabanzas al tiempo que arrasaba en ventas y se convertía en una saga de culto.
El que nos ocupa, Panzer Dragoon Zwei, era un juego que desprendía calidad y encanto por los cuatro costados, una historia que bebía de lo mejor de la mitología tradicional y un desarrollo apasionante, con una curva de dificultad sensacional. Nunca volar a lomos de un dragón fue tan espectacular como entonces, y ya nunca hacerlo después ha sido igual, por muy bonito que nos lo pinten las nuevas tecnologías. No es por resultar tópico, pero de verdad que ya no se hacen juegos como éste.
P.D: http://www.youtube.com/watch?v=tKPkPW6C9g0 A modo de anécdota, la lengua que se escucha en las secuencias intermedias es una mezcla de griego antiguo, ruso y latín. Por lo visto, el director de programación era un fanático de los idiomas.
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