viernes, 19 de febrero de 2010

Cinefórum 12+1: The Road



Lo malo que tienen estas épocas invernales es que después de haber aguantado meses de sequía cinematográfica, los grandes estrenos se acumulan ahora con vistas a los premios. En apenas unas semanas han llegado a nuestras carteleras filmes tan diferentes (y buenos) como Up in the air, A single man, Shutter Island o la película que nos ocupa hoy, The road.

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Basada en la oscurísima novela de Cormac MacCarthy, autor también de No es país para viejos, esta adaptación de John Hillcoat posee grandes virtudes y, sobre todo, un enorme respeto al espíritu de la obra, algo que en este caso es muy de agradecer.

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La historia nos sitúa en un futuro apocalíptico y devastado por una plaga que ha asolado toda forma de vida animal y vegetal. La humanidad superviviente a la catástrofe se debate entre la desesperación y el canibalísmo, y en medio de semejante caos un padre y un hijo emprenden un viaje huyendo de las nieves que han comenzado a sepultar toda la tierra.

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No hay respiro en la película, como no la había en la novela. Muy pronto el viaje se convierte en una lucha por la supervivencia, que adquiere matices existencialistas conforme el padre, muy bien interpretado por Viggo Mortensen, intercala sus recuerdos de días más felices con su nueva responsabilidad de protector del futuro encarnado en su hijo. A ello se le añade una crudeza pocas veces vista antes, como la escena de la práctica de suicidio o la bajada a los infiernos de la despensa caníbal, dos momentos de máxima tensión y de una incomodidad casi insoportable para el espectador.

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Resulta una noticia estupenda en estos tiempos de crisis creativa que alguien se atreva a filmar un guión tan duro y contundente, sin ningún tipo de concesión o autocomplacencia. Hillcoat ha cuidado hasta el más mínimo detalle visual, apostando por paisajes naturales frente a la orgía digital esperable en este tipo de filmes, logrando unas imágenes impactantes. A ello contribuye un buen elenco de actores (atención al cameo del irreconocible Robert Duvall), que terminan por redondear una cinta que redefine los códigos del género en términos de rigor, seriedad y oficio.







miércoles, 10 de febrero de 2010

El último viaje




Expiró, y al hacerlo también cerraron sus ojos a la postrera muerte sueños, esperanzas e ilusiones que en vano deambularon a su lado mientras aún tuvo fuerzas para empuñarlas, para esgrimirlas y ondearlas; espada, lanza y bandera de triste figura que rodaron juntas por la arena de la blanca luna, que hubieron de atenerse a las reglas de la andante caballería y realizar el último viaje, el más doloroso y humillante de todos: doloroso, pues se hizo sin encomendarse a la sin par, alta y soberana señora de sus pensamientos; humillante, pues se llevó a cabo con la frente bien baja, la mirada perdida en un lugar de la Mancha y el corazón oprimido por el peso del fracaso.


Expiró, pero al hacerlo abrieron sus ojos las lágrimas, la inmediata nostalgia y el recuerdo de felicísimas desgracias que juntos atravesaron mientras aún pudieron cabalgar a la par rocín y rucio; amo y sirviente que nunca fue tal, que habría sido antes hermano que escudero, antes confesor que vil criado, gobernador de una amistad impagable antes que de una miserable ínsula, y fue esto último el consuelo que quedó en su maltrecho ánimo, saber que durante un tiempo les unió más el fraternal lazo que una apolillada costumbre de capa y espada, y tanto fue así que en el instante final, perdida ya toda esperanza, el amigo pidió lo que nadie haría salvo por un hermano, un confesor y un viejo amigo: que sobre él cayeran la culpa y el peso del fracaso.


Sólo así se evitaría la mayor locura de todas, que no fue, ni mucho menos, el creerse andante caballero.