lunes, 23 de febrero de 2009

"Semos los mejores".


Sólo unas breves líneas para comentar el escándalo de anoche. Antes de nada, vaya por delante mi desconfianza absoluta en todo el circo mediático de premios, homenajes y auto alabanzas, ya vengan del cine, la literatura o el ámbito cultural que sea. No es la primera vez que una entrega de premios, y los Oscars no son ninguna excepción, se convierte en una excusa para dar publicidad a películas menores que, de otro modo, jamás llamarían la atención de nadie.

Vayamos primero con lo positivo: nada que objetar en el apartado de actores, que salvo en el caso de Sean Penn estaba cantado. El Joker del difunto Heath Ledger no podía no imponerse a sus rivales, Kate Winslet se lo merecía ya sí o sí, y en cuanto a Pe, dejémosla para el final, que es donde merece estar.

El caso de Penn me produjo especial satisfacción, porque enfrente tenía al enorme Frank Langella y su sobrecogedora interpretación de Richard Nixon. (Lo de Rourke, se ponga como se ponga la prensa, era una broma). Penn salió al estrado con su habitual compostura, y agradeció su segundo oscar al mejor actor con un discurso plagado de alusiones a los fallos de un sistema que aún permite que determinados sectores de la población estén en clara inferioridad de derechos civiles. Por lo demás, su premio es el reconocimiento a un trabajo soberbio, una nueva lección de alguien que ya no tiene nada que demostrar, igual que la inmensa Winslet, que está maravillosa en cada plano de The reader y eleva aún más la calidad de una gran película.

Precisamente fue ésta mi mayor decepción, porque creo que Slumdog millionaire y sus ocho premios (más los anteriores de otras galas) son uno de los misterios más incomprensibles de este último año. Es una película pobre, infantil, autocomplaciente y más blanda que Winnie the Poo comiendo algodón de azúcar sobre sábanas de lino, por no mencionar ese guiño tan descarado al cine indio que a mí, personalmente, me provocó vergüenza ajena mientras la veía.

Qué lástima no haber reconocido de una dichosa vez al grandísimo Stephenn Daldry, que lleva años haciendo películas asombrosas (Billy Elliot, Las horas) y que con ésta se había además apuntado un tanto enorme, con un tratamiento desoladoramente conmovedor del tan manido tema del holocausto. Que, además, Ralph Fiennes o David Cross no fueran siquiera nominados, así como sus excelentes trabajos de dirección artística, fotografía o banda sonora, es una de las injusticias más grandes de los últimos tiempos. Queda el consuelo, al menos, de que la tediosa hasta el extremo El curioso caso de Benjamín Button saliera con las manos vacías del Kodak Theatre.

Sobre Pe, qué decir. Su presencia en la deplorable Vicky Cristina Barcelona entorpece aún más una historia a todas luces fallida, con un personaje que se pasa todo el rato chillando en una pseudo jerga anglo hispánica tan incomprensible como insoportable. Penélope Cruz es una buena actriz en manos de quien sabe dirigirla (como Trueba en La niña de tus ojos o Almodóvar en Volver), pero en este caso su premio huele a operación de marketing que-te-cagas, y las pobres Amy Adams y Viola Davis (ambas fabulosas en La duda) debieron quedarse pasmadas al ver semejante despropósito.

Eso sí, en España, como siempre, resuenan ya las maracas y castañuelas, y olé olé que “semos los mejores”, viva Alcobendas y la paella valenciana, ya que estamos. Qué vergüenza de país.

1 comentario:

Bel Belart dijo...

No te gustó Slumdog Millionaire?? Pues tu hermano y yo la vimos el viernes y nos gustó mucho a los dos :)

He leído varias críticas muy parecidas a la tuya sobre la peli, pero lo cierto es que no comparto casi nada... Tal vez no se merecía ganar en la categoría de Mejor película, aún no puedo opinar porque me faltan por ver algunas de las nominadas.

The Reader nos la descargamos ayer pero al final no nos dio tiempo a verla, qué ganas!