lunes, 2 de febrero de 2009

Cinefórum (3)


Cuando la vi en su momento, alejado por completo de la polémica que ha levantado en el entorno de la niña que inspiró el argumento de la película, ya me pareció que Camino tenía una gran factura técnica y una más que correcta dirección de actores, pero un guión tramposo hasta decir basta.

La película cuenta la historia de una niña/adolescente que enferma de cáncer y atraviesa un tortuoso periplo de médicos, pruebas y operaciones que finalmente no logran salvarla. Los conflictos familiares derivados de la influencia religiosa en todo el proceso copan buena parte del protagonismo del filme, con los padres enfrentados sobre lo que consideran mejor para su hija y una serie de curas empeñados en beatificarla por su probada devoción cristiana.

En un intento por secularizar un filme de naturaleza tan claramente religiosa, Javier Fesser, director y guionista, optó por plagar el camino de dobles señales, falsas interpretaciones y equívocos nada inocentes para convertir esta historia en una especie de cuento simbólico en defensa del laicismo. Esto, que de por sí no tiene nada de malo, se vuelve paradójico cuando el propio Fesser opta por la vía hagiográfica para hacerlo (es decir, convertir a los personajes laicos en santos y hacer lo contrario con los religiosos).

Ejemplos de la doble señal: la niña se pasa toda la película diciendo que ama a Jesús con todo su corazón, hecho interpretado por la madre (gran Carme Elías) y el ámbito religioso como una clara señal de su pasión religiosa. Alude también de forma reiterada a “la obra”, nombre con que se conoce a la organización Opus Dei (la obra de Dios), a la que pertenece la familia. La pequeña habla también del “mensaje”, del “encuentro futuro” y de muchos otros símbolos de evidente raigambre católica.

Pues bien, ahora cojan todo eso y por arte de birlibirloque denle la vuelta: resulta que Jesús no es sino un niño de su clase, del que anda profundamente enamorada. La obra es una obra de teatro en la que, (oh, sorpresa), Jesús y la niña eran príncipe y princesa, respectivamente. El mensaje es una carta que el propio Jesús-niño envió a la niña, y que la devota madre interceptó (como había hecho previamente con la hija mayor, a la que salvó de las garras de un hippy italiano al ocultar sus misivas amorosas). Y así sucesivamente…

En realidad, Fesser no propone beatificar a la niña, sino a Mariano Venancio, que interpreta al padre (ateo, para más señas). Su personaje es todo amor, piedad, compasión y altruismo hacia sus hijas; ha de enfrentarse con resignación cristiana ante la intolerancia (cristiana, curiosamente), y en un desesperado intento por lograr la felicidad de su hija, muere de forma injusta. Si después de todo esto no resucita al tercer día es algo que el guionista debió haber aclarado.

En suma, entiendo que Camino haya enfadado a unos y molestado a otros. No tiene sentido hacer campaña secular ondeando la bandera de la beatería y el maniqueísmo, y eso no lo salva un grupo de actores solventes o unos llamativos efectos visuales, se ponga como se ponga la casposa Academia del cine español, que la ha considerado mejor película de 2008 (lo cual dice muy poco a favor de nuestro cine, aunque ése es otro tema) y, en el colmo de los colmos, le ha dado a Fesser el premio al mejor guión. Delirante.

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