sábado, 7 de febrero de 2009

El más brillante de los Reyes Magos.


Julio Cortázar afirmó en una ocasión que jamás escribiría un libro para niños, y cuando un periodista le preguntó que por qué, el genial escritor respondió que no sería capaz de soportar la presión de que un público tan implacable fuera a juzgar una de sus obras.

Pues bien, allá por principios de los años setenta, a un tal Hans Beck le encargaron la tarea de inventar una gama de productos para niños. Su idea de base fue la de apelar al elemento humano en un tiempo en que distintas guerras y crisis económicas habían minado bastante la fe en este terreno.

Con este principio claro y tres ámbitos temáticos de partida (era contemporánea, salvaje oeste y Edad Media), los Playmobil vieron la luz con bastante recelo en un sector poco desarrollado y que aún debía conocer la época dorada del marketing. Su pequeño tamaño, su simplicidad y encanto, sumado a una calidad fuera de toda duda, les granjearon pronto el aprecio y el favor del público.

A pesar de las ofertas que llegaron en décadas posteriores para modernizar o incluir elementos fantásticos en su obra, Beck se negó a aberraciones tales como dinosaurios o ambientaciones en películas y libros infantiles, manteniendo que los Playmobil debían ser fieles a su idea inicial, puramente humana, y se limitó a ampliar con acierto, como ese ámbito pirata para el que diseñó la que fue su creación favorita, el barco de los bucaneros.

Casi cuatro décadas después, la empresa para la que trabajó Beck factura cifras astronómicas, ha ampliado sus mercados por los sietes mares y da empleo a miles de trabajadores, al tiempo que sigue alimentando los sueños y deseos de niños de todo el mundo. Sus competidores directos, como Lego, se venden al mejor postor y llevan años en un claro declive de calidad e ideas.

La noticia del fallecimiento de Beck simboliza, más allá de la pérdida personal, el final de una época dorada en el entretenimiento infantil. Resulta paradójico, en cualquier caso, que aquello que tanto miedo daba a Cortázar, ese juicio implacable de los niños ante la obra de uno, fuera precisamente lo que convirtió a Hans Beck, que en paz descanse, en el más brillante de los Reyes Magos.



(P.D: Fotos cortesía de mr. Green)

No hay comentarios: