domingo, 23 de agosto de 2009

Un país subdesarrollado y sin remedio.


Minutos después de haberse impuesto en la final de 1500 femeninos de los Mundiales de Berlín, Natalia Rodríguez fue desposeída de su título, lo que ha encendido las alarmas patrias de esta España nuestra hasta extremos, una vez más, absolutamente incomprensibles.

Reconozco que apenas puedo dar crédito a las imágenes, pero no porque no crea en ellas, sino porque muestran claramente cómo la atleta española desestabiliza a empujones a la corredora etíope Gelete Burka, una de las grandes favoritas al título. El gesto no deja lugar a dudas, fue clamoroso y el público estalló en pitos y silbidos nada más producirse el hecho, repetido una y otra vez en las pantallas del estadio.

Natalia ni siquiera se dignó a dar la vuelta de honor, porque era perfectamente consciente de su gravísima acción, como muestran las imágenes, y su llanto posterior no traslucía para nada dolor ante la injusticia, como claman los insensatos medios de comunicación, sino el redoble de conciencia de todo aquel que, como Natalia, tiene oídos para escucharla.

Vamos con las perlas mediáticas. El diario El País titula que “Los jueces le quitan el oro a Natalia Rodríguez”, que “se vio involucrada en un percance” en el que la atleta etíope “se fue al suelo tras tropezar con la tarraconense” (es decir, que la culpa fue de Burka, por torpe). ABC, comedido como siempre, afirma que Natalia habría ganado incluso sin el “incidente” porque iba “sobrada de fuerzas”, y que lo de Burka fue apenas un “roce”.

AS coincide en que la pobrecita Natalia se vio emparedada entre Burka y Tola-Jamal, a las que califica como “especialistas en codazos y empujones que hielan la sangre y cierran el paso a las más valientes”. Sin comentarios. Por su parte, Marca clama al cielo y sentencia que Burka “se cayó al suelo” por “mala suerte” mientras Natalia realizaba “una carrera perfecta”. Obviamente, para Marca la tragedia estriba en que “se pierden así las últimas opciones de ampliar el medallero para la Selección Española”, ya que aquí lo único que importa es acumular oro, cueste lo que cueste y caiga quien caiga (nunca mejor dicho).

El alcance del bochornoso espectáculo mediático en torno a este asunto es mayúsculo. En vez de criticar y condenar una acción absolutamente antideportiva, nuestros periodistas achacan el robo de la medalla a unos jueces arbitrarios, algo tan infantil e injustificable como el estudiante que acusa al profesor de suspenderlo por haberlo pillado copiando.

Hechos como este evidencian que aquí en España los principios, la ética y verdad no importan nada en absoluto. En una muestra más de su incompetencia y ceguera, nuestra prensa ha hecho de su capa un sayo y ha vestido la desvergüenza de colores patrios para defender lo indefendible. Todo ardid, por mentiroso, manipulador y falsario que sea, vale antes de reconocer que “nuestra chica” hizo una trampa como una catedral y fue castigada con absoluta justicia.

No parecen entender nuestros periodistas que, lejos de decidir nada, los jueces simplemente aplicaron un reglamento que prohíbe este tipo de actos, tan barriobajeros como indignos de unos mundiales de atletismo, pero no tanto de un país que, en lo mejor de su ibérica tradición, sigue instalado en el subdesarrollo moral. Así nos va.

http://www.youtube.com/watch?v=1DIaob7a8Ik

1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro. Rápidamente salió el mierda de jaime lisaveski a encubrir la acción.