Una vez más, Pixar demuestra con la soberbia Up que le sobran recursos para seguir dominando con facilidad el mercado de la animación digital. Tanto en el campo de los cortometrajes previos a sus filmes (en este caso, la divertidísima historia de una cigüeña repartidora de bebés y una nube creadora de lo más desastrosa) como en el de los largos, con una película entretenidísima, emotiva, divertida y por momentos surrealista, Pixar da un nuevo golpe de autoridad sobre la mesa y hunde aún más las escasas opciones de otras compañías tan faltas de ideas como de calidad (véanse las desastrosas secuelas de las ya de por sí sobrevaloradas Shrek o Ice Age).
La película cuenta la historia de un hombre que, en el ocaso de su vida, decide cumplir el sueño de juventud que él y su difunta esposa compartieron (los diez primeros minutos del filme, dedicados a narrar la trayectoria vital de la pareja, son simplemente perfectos). Dicho sueño consiste en viajar a unas exóticas cataratas situadas en América del Sur, algo que el anciano consigue a base de unir miles de globos y atarlos a la casa, que comenzará un viaje volador tan inverosímil como delicioso.
En su particular odisea, el anciano está acompañado por un pequeño boy scout que pronto se convierte en el alma de la fiesta con su mezcla de candidez, simpatía y nobleza. En torno a él y a la defensa de los animales se urde una trama de tintes ecologistas (delirante, el pavo de dos metros, y qué decir de los perros de collar hablador), que no da un respiro al espectador y lo mantiene en vilo hasta el mismísimo final, tan lleno de ternura como ejemplar en su circularidad narrativa.
Todas estas virtudes hacen de Up la mejor película de animación hasta la fecha y el mejor largometraje en lo que llevamos de año, pero sobre todo la constatación, para aquellos que nunca se tomaron esto en serio, de que la animación digital es un fértil campo de cultivo no sólo de espectaculares efectos gráficos, sino también de historias divertidas, inteligentes e ingeniosas capaces de estimular la imaginación de espectadores de cualquier edad. Una gozada, en definitiva.
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