sábado, 8 de agosto de 2009

De estrellas e inmoralidades




En este verano de alocados fichajes multimillonarios me llama poderosamente la atención el revuelo que, ya sea a favor o en contra, se ha organizado por dicho motivo en los medios de comunicación.

Recordemos que en apenas dos meses el Real Madrid ha hecho una inversión superior a 250 millones de euros para incorporar a una serie de figuras de primer orden, como Kaká, Cristiano Ronaldo, Benzema o Xabi Alonso. Sin lugar a dudas, que esto suceda en tiempos de crisis es lo que ha llevado a muchos a rasgarse las vestiduras, y entre los primeros figuran, cómo no, los voceros de Barcelona con el presidente del Barça a la cabeza.

Varios son los tópicos con los que se ha intentado rebajar la euforia desatada por estos fichajes, que recuerdan a aquellos tiempos en que también Florentino Pérez era capaz de seducir (económicamente, se entiende) a las estrellas futboleras del momento, como Zidane, Figo, Ronaldo o Beckham. Entre dichos tópicos se repiten hasta la saciedad lo de que es “inmoral” fichar por semejantes sumas de dinero o que el Barça se construye a partir del talento de la cantera, no de fichajes de relumbrón.

Y yo, la verdad, no doy crédito. ¿Es que el Barça no ha hecho fichajes de relumbrón en toda su historia? ¿De dónde salieron entonces Cruyff, Maradona, Schuster, Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Deco, Eto’o, Henry o Ibrahimovic? ¿Eran de la cantera ellos, también? Por supuesto que no, y si vinieron a Barcelona no fue por su denodado interés por la crema catalana o la Sagrada Familia, sino porque el Barça les pagó, y muy bien (como antes pagó a sus respectivos equipos para hacerse con sus servicios). Y que nadie trate de engañar al personal, porque precisamente estas estrellas fueron, muy por encima de los talentos de la cantera, los buques insignias de dichos proyectos, exactamente igual que lo son en el Real Madrid sus figuras internacionales.

Vayamos ahora a lo de la cantera. Es cierto que el Barcelona, especialmente desde la llegada de Cruyff como entrenador, posee una filosofía de cantera mucho más compleja, completa y profunda que la del Real Madrid. Es cierto que La Massía es una fábrica de talento, y que de ahí han salido jugadores fabulosos, como el propio Guardiola o la reciente hornada que encabezan Messi, Iniesta o Bojan, a los que hay que sumar a Xavi, Puyol y compañía.

Ahora bien, la cantera del Barça ha pasado también por sequías como la que está atravesando ahora el Real Madrid, que desde la generación del 95 (Raúl y Guti) o la del 2000 (Casillas) no ve salir a ningún titular fijo o significativo. Quizá haya que recordar que en los años noventa los únicos jugadores de la cantera que triunfaron en el Nou Camp fueron Amor, Sergi y Guardiola, que de la llamada quinta del mini (integrada por Roger, Óscar, Iván de la Peña, Jordi Cruyff y Toni Velamazán) ni uno solo llegó a consolidarse en el Barça, y que al propio Xavi Hernández, ahora venerado por crítica y público, le llevan lloviendo palos desde que Van Gaal decidió apostar por él a principios de 2000, y ha necesitado casi una década para que por fin le reconozcan su indiscutible mérito y buen hacer.

Además, la cantera del Barça no es, ni mucho menos, un dechado de perfección, y ha dejado escapar talentos como el de Reina, ahora portero del Liverpool y fijo en las convocatorias de la selección española. Pero hay más casos: el ahora ensalzado Piqué se fue por la puerta de atrás hace unos años, a forjarse en el Zaragoza y el Manchester United, y si el Barça lo recuperó fue porque lo compró de nuevo, como quieren hacer ahora con Cesc Fábregas, emblema del Arsenal y por el que estarían dispuestos a pagar la friolera de 30 millones de euros (algo absolutamente absurdo, si se paran a pensarlo).

Seamos serios: Laporta jamás ha edificado sus proyectos deportivos en torno a la cantera, y que pretenda hacernos creer lo contrario es de una hipocresía soberana (otra cosa es que Guardiola lo haga por filosofía propia, pero eso es al margen de la voluntad del presidente). Y si quieren datos, quédense con uno significativo: en los últimos diez años, el Barça ha desembolsado más dinero por contratar a una veintena de futbolistas de fuera (preferentemente holandeses y brasileños), mientras que más de quince jugadores de la cantera subieron al primer equipo sin éxito y hubieron de marcharse fuera.

Lo menos importante de todo, por ser lo más demagógico, es la aplicación del concepto de lo moral a un negocio, que no un deporte, como el fútbol. En un sistema de mercado donde el precio de los productos los establecen los propietarios y los compradores, hablar de moralinas es igual de incoherente que buscar caridad en Wall Street. Y en el fondo eso lo saben muy bien en Barcelona, donde ya se han cuidado mucho de evitar juicios morales al hablar del fichaje de Ibrahimovic (recordemos: 46 millones más Eto’o, valorado, como mínimo, en 20).

Este fichaje, el más caro en la historia de la entidad, supera en cuantía real el traspaso de Kaká o el de Zidane en su momento, y se acerca al de Cristiano Ronaldo lo suficiente como para que a cualquier vocero de la moralina se le caiga la cara de vergüenza. Claro que para eso hace falta tenerla y mucho me temo que de eso sí que está falto el fútbol (me refiero a la vergüenza, no a la cara).

No hay comentarios: