Nunca he sido muy partidario de la saga Resident Evil, quizá porque el “rollo zombi” no me atrae demasiado, o porque encontraba muy molestos ciertos aspectos básicos de la saga, como el exceso de puzzles, sus dichosos sustos o un apartado técnico mucho más pobre de lo que todo el mundo afirmaba (desplazar monigotes de pocos polígonos por escenarios renderizados ya lo hacía, y mucho mejor, Alone in the dark casi diez años atrás. Aquello sí que daba miedo).
El caso es que la salida de su cuarta entrega, en 2005, para Nintendo Gamecube, rompió todos los moldes y resucitó una saga en vías de extinción, entre otras razones porque le dio un aire de acción muchísimo más adecuado a su paupérrima y repetitiva temática de bichos infernales con malas pulgas.
Como siempre en estos juegos, el guión es de una riqueza prodigiosa: un muchacho de flequillo yeyé luce palmito por un punto indeterminado de España, descuartizando aldeanos hispanos que le gritan cosas terribles con acento mexicano (como lo oyen), mientras salva a la hija del presidente de los EEUU (madre mía, qué ingenio, qué alarde de inventiva) de una secta misteriosísima que se dedica a “zombificar” a todo español-chicano que se le acerca por aldeas, castillos medievales y parajes satánicos tan del gusto de nuestra tierra.
Al margen de eso, lo cierto es que el juego es una joya técnica, un verdadero juego de sexta generación que dejó en pañales a toda la sarta de mediocridades de Playstation 2, y demostró que era posible poner en pantalla un universo plagado de efectos de luz y movimientos de una suavidad apabullante, una cámara fluida y sin pantallazos, un sonido atronador, voces de doblaje de buena calidad y una música adecuada, a lo que hay que sumar un auténtico arsenal de armas y adversarios monstruosos (y, a ratos, hasta originales). Y además era larguísimo, horas y horas de juego y diversión sin más complicaciones que apretar el gatillo, algo tan sencillo como efectivo que revitalizó la franquicia y le dio un lavado de cara muy, muy necesario. (Resident Evil 5, directa continuación del anterior en desarrollo y espíritu, no ha hecho sino ahondar en sus virtudes). Eso sí, de rigor étnico-sociológico de sus localizaciones, mejor ni hablamos.
(P.d: http://www.youtube.com/watch?v=294yNFVGzL8 En este caso, por ser más actual, los gráficos han envejecido mejor que otros juegos del top 20. No obstante, y como siempre digo, aquí lo que importa es el caramelo, no el envoltorio.)
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