Pensarte.
No quiero otra cosa que pensarte.
Pensarte como refugio,
pensarte como sedante,
pensarte para olvidar
que no hago otra cosa que pensarte.
Pensar tu rostro, tu figura
pensar tus labios, pensar besarlos,
vaciar la mente con tu recuerdo,
tu mirada en el envés de lo pensado,
albor de oro celeste, fervor alado
que impele a soñarte, a deslizar
la idea de ti como una fiebre
que sólo se alivia con pensarte,
pensarte, y después pensarte.
No puedo otra cosa que pensarte.
Pensar tu imagen en movimiento,
tu voz silbando junto a un naufragio
de velas desgarradas por el viento,
de instantes compartidos en el sueño
que es hacer contigo este sendero.
Pensar, pensar, pensarte,
única forma de sobrellevar
que no quiero otra cosa que pensarte.
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