domingo, 10 de mayo de 2015

Héroes de otros tiempos (parte 2)


Nostalgias sin demasiada utilidad al margen, y si se mira seriamente el asunto con algo de perspectiva no habrá mucha dificultad en ver que, por encima de todo, La guerra de las Galaxias ha sido, es y será siempre una inmensa máquina de hacer dinero. Al margen del mayor o menor equilibrio y frescura de su primera trilogía, de los mayores o menores aciertos de aquel desbarajuste que fue la trilogía de precuelas entre 1999 y 2005, el único análisis posible a la hora de evaluar esta franquicia ha sido, es y será siempre el del dinero. Y en ese sentido, el éxito ha sido tan indiscutible, no solo por los datos en taquilla, que también, sino por ese fabuloso concepto capitalista que es el merchandising, que lo raro era que Star Wars permaneciera en el limbo de los justos. Esta gallina tenía que moverse para producir más huevos de oro, y vaya si lo ha hecho.

La adquisición de Lucasfilm por parte de Disney hace ya tres años fue todo un golpe de efecto en la industria de Hollywood, y puso sobre la mesa una nueva realidad a la que nos tendremos que acostumbrar en los próximos años, como es la presencia, casi anual, de películas y todo tipo de productos relacionados con esta franquicia. La invasión ya ha empezado, pero para el estreno del Episodio VII: El despertar de la fuerza, será algo imparable.

En cuanto a la película, no hay mucho que decir. Tanto el avance publicado hace meses como el tráiler oficial que apareció hace un par de semanas nos dejan ver realmente poco de lo que nos aguarda. La presentación de algunos personajes nuevos y el retorno de otros clásicos, como Han Solo o Chewbacca, nos hacen presagiar un complejo equilibrio donde estos deberán dar paso a aquéllos para hacer que la transición generacional sea todo lo suave que se pueda. Que nadie va a quedar contento ya se lo digo yo, al margen de lo que haga el nuevo director (J.J.Abrams). Y sí, es cierto que muy mal tendría que hacerlo para bajar el listón más de lo que ya lo dejó George Lucas con sus últimos "intentos" como director galáctico, pero insisto en que aquí lo de menos va a ser la cinta. Lo que importa es que la máquina de hacer churros ha vuelto a activarse. 

A diferencia de lo que me ocurrió en la anterior ocasión, donde me dejé llevar por la nostalgia y la expectativa de presenciar algo especial, aquí voy a rebajar el nivel al cero absoluto. Ni me dejo llevar por la emoción de los nuevos actores, que no me parecen mejores que el casting del Episodio 1 sobre el papel, ni el trailer con sus fastuosos efectos y su banda sonora añeja me levanta ceja alguna. Veamos la película y opinemos después, y ya veremos si las piezas que aquí se van dejando apuntadas encajan luego como deberían. Yo me temo que no será así, pero no sería la primera vez que me equivoco, así que...

Sí hay algunos detalles que he visto que no me gustan absolutamente nada. Para empezar, el fetichismo y la dependencia de la trilogía original que se apunta aquí, y que tanto lastró el desarrollo de las precuelas, por paradójico a nivel argumental que pueda parecer que el futuro determine el pasado. Esa imagen de la máscara de Darth Vader chamuscada huele a detalle fanboy para que los frikis de turno lloren lágrimas de cocodrilo, pero a nivel argumental es, de puro macabro, insostenible a nivel argumental. ¿Se imaginan ustedes a Luke cogiendo la cabeza de su padre, fundida con el casco del señor oscuro, y llevándosela a su casa como un alegre recuerdo para poner encima de la chimenea? Venga ya...

Miedo me da también, y del bueno, ver lo degradado que está el pobre Harrison Ford, lo que me hace temer una especie de trauma al ver en lo que se habrán convertido Mark Hamill y Carrie Fisher. Es tan fuerte la imagen que tenemos de ellos de la trilogía clásica que no sé hasta qué punto nos va a dar auténtica lástima ver cómo el paso de los años ha dejado una huella terrible en ellos. Desde luego, a mí me dio vergüenza ajena ver al contrabandista junto a su peludo amigo, rememorando su imagen clásica de la primera película, otro guiño al fetiche porque sí que me huele será solo el preludio de una larga y lamentable historia de guiños sin sentido. 

Respecto al villano de la película, un tal Adam Diver al que ya se le ha podido ver disfrazado de Sith y luciendo una absurda espada en forma de crucifijo láser, espero que tenga mejor suerte que los últimos intentos de la saga por darle un villano a la altura de Vader. Menos mal que aquella estúpida idea de clonarlo no llegó a buen puerto, que si no... En cualquier caso, y como decía antes, prefiero esperar a ver el resultado final antes de sacar conclusiones, aunque lo visto hasta ahora no promete más que nuevos dramas estelares en mi ya magullada memoria.

Total, que salvo por esos planos donde el Halcón Milenario vuelve a surcar los cielos y las estrellas, o ese fabuloso plano en que un destructor espacial yace hundido sobre la arena de un planeta desértico, todo lo que hasta ahora sabemos de la nueva trilogía me conduce a pensar que, de nuevo, se intenta vivir de un legado demasiado maltrecho, y que esto va camino de repetir el fenomenal éxito de todas y cada una de las películas precedentes, junto con el aluvión comercial que nos aguarda, que promete ser de aúpa y muy señor mío.

Sea como fuere, a mí ya no me venden más motos. Por más que me traigan a las versiones octogenarias de mis héroes de otros tiempos, el problema está en que esos tiempos se fueron ya para no volver, y labor inútil es tratar de recuperar su eco. Todo esto no son más que sombras de un pasado  más original y fresco que, por desgracia, siguen haciendo millonarios a sus (ir)responsables mandamases. La que nos espera.




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