domingo, 29 de marzo de 2015

El disco del mes: Reckless (1984)


De muchos artistas y grupos musicales se ha dicho que en algún momento de su carrera publican un disco "imperial", algo así como un grandes éxitos anticipado donde dan las claves esenciales de su estilo e incluyen tres, cuatro o cinco canciones esenciales en su discografía. Suelen ser sus discos más vendidos (no necesariamente los mejores), los más recordados por su público y los más demandados en sus conciertos. Sin duda, en el caso del cantante canadiense Bryan Adams, Reckless sería el perfecto ejemplo de ello.

Publicado en noviembre de 1984, el disco sirvió para lanzar la carrera internacional de Adams y, especialmente en el mercado americano, afianzarlo como un valor seguro en una época plagada de estrellas consolidadas. Hasta ese momento, el cantante canadiense había obtenido un tímido reconocimiento en su tierra natal con sus discos Bryan Adams (1980), You want it, you got it (1981) y, especialmente, Cuts like a knife (1983), donde se había afianzado un estilo más insistente en guitarras y percusión, cercano al pop-rock que haría furor en aquella década.

Los artífices de aquel proyecto, que se llevó a cabo en un turbulento proceso que siguió a la gira promocional de Cuts like a knife, fueron Jim Vallance, el productor Bob Clearmountain y el propio Adams. A ellos corresponde el mérito en la composición y elaboración de las canciones, muchas de ellas reescritas hasta la saciedad al no ser del todo de su agrado en sus primeras versiones. Tan agotador fue el proceso que a mitad Adams necesitó tomarse un mes de descanso para oxigenar sus ideas. Por primera vez, y no sería la última, Adams recurrió a una de sus muchas amistades en el circuito musical para crear un dueto sobre el que cimentar el éxito del disco. Así, tras el parón obligado por el cansancio, el canadiense se presentó nada menos que con Tina Turner, todopoderosa en aquellos primeros 80, con la que grabó el clásico It's only love, que se convertiría en el último de los seis singles que promocionaron el disco a lo largo de todo 1985.



Antes de él irían el fenomenal Run to you, que abrió el camino y fue el primer número 1 del artista en Estados Unidos, Somebody (también número 1 en Canadá y Estados Unidos), la balada Heaven, el himno generacional Summer of 69 y, unas semanas antes del dueto con Turner, One night love affair. En total, más de 12 millones de copias del disco lo convirtieron en el disco más vendido en la historia del cantante y en uno de los grandes éxitos de aquella temporada, haciendo de Adams una presencia permanente en MTV y en todos los grandes eventos de la época, como el concierto Live Aid de aquel mismo año.

A pesar de que Adams competiría consigo mismo algunos años después con el monumental éxito de Waking up the Neighbours y aquel inmortal Everyhting I do que permaneció 14 semanas como número 1 en todo el mundo, Reckless permanece como su disco más redondo, y el que mejor define el estilo de un rock sencillo y accesible para todo tipo de público. Las críticas a Adams por la pobreza de buena parte de sus letras, algo innegable, suelen tener poco en cuenta el nivel medio del pop/rock de aquellos años, donde buena parte de la escena musical trataba de adaptarse a una década rica en sintetizadores y pobre en personalidad propia. Adams logró hacerse con un estilo que marcaría todos sus lanzamientos posteriores, que logró enganchar con el público joven y el adulto casi con igual entusiasmo sin necesidad de las filigranas mediáticas de otras grandes estrellas del momento. 



Buena parte del éxito radicó en la personalidad del cantante, alejado de las manías y divismos propios de una industria centrada en crear un star system tan propio como artificial. Como ha declarado en numerosas entrevistas, él era muy consciente de la fugacidad de aquel momento, de la condición transitoria de aquel éxito que le había llegado de manera inesperada. A pesar de que aún le quedaban muchos éxitos en su trayectoria musical durante los años 90, la estrella de Adams declinaría progresivamente conforme se entraba en el nuevo siglo y ha quedado ahora reducida a una vieja gloria que, 30 años después del fenomenal lanzamiento de Reckless, reedita ahora el disco con una edición especial que incluye seis temas descartados (entre ellos el que daba título al disco, toda una joya para los fans del artista), un concierto de 1985 en el Hammersmith Odeon y, en su edición especial, algunas versiones remasterizadas de temas del disco y material fotográfico de conciertos del tour que sirvió para promocionar el disco.

No hace falta decir que la vigencia del disco es muy relativa. La escena musical ha cambiado tanto en estos últimos 30 años que Reckless (special edition) es más un regalo para los fans de toda la vida que una oportunidad de hacer que nuevas generaciones descubran a este artista. Los nuevos modos de la industria, los nuevos rostros creados para la ocasión y el sonido de 2015 tienen poco o nada que ver con el de aquel lejano 1984/1985 en el que este álbum se destapó como una de las sorpresas más agradables del momento. No hay más que escuchar uno de los últimos singles del propio Adams, Tonight in Babylon (2012), para comprobar lo poco que incluso Adams tiene ya que ver consigo mismo, o con el que fue una vez.


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