miércoles, 22 de abril de 2015

Romance de la noche y la luna



El oro se perfilaba en su nuca,
cadena de libertad sobre ébano,
geografía nocturna que en vano
rielaba Selene al alba caduca.

Su sonrisa era marfil en el tiempo
de las almas al calor del abrazo,
y volcanes sus ojos al regazo
de la mirada cómplice del viento.

La noche estrechó el cerco a la luna
y ambas se cortejaron sin rubor
hasta quedar fundidas, una a una

en un inmenso abrazo redentor
que a una libró, al fin, de ser ninguna,
y a otra mostró, al fin, qué era el amor.

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