A las 20:41 horas del 24 de julio, un tren de alta velocidad que cubría el trayecto entre Orense y Santiago enfiló la curva de A Grandeira a una velocidad de 153 kilómetros por hora. El tren, que debía haber tomado dicha curva a una velocidad máxima de 80, se partió literalmente por la mitad cuando la locomotora entró como un rayo en la curva, mientras los vagones que la seguían salían disparados contra el muro de la curva y el terraplén adyacente. 78 personas perdieron la vida en el acto.
A los escasos minutos de producirse uno de los accidentes ferroviarios más graves en la historia de este país, con casi 70 heridos siendo trasladados en ese mismo instante a diferentes hospitales de la zona, todos y cada uno de los medios de comunicación nacionales se lanzaron en masa a la caza y captura de un único responsable de semejante tragedia. Fue un acto de coordinación sin precedentes, que comenzó por la publicación de imágenes de una red social en la que el conductor del tren accidentado se jactaba de ir a 200 por hora, algo que cualquier viajero que haya utilizado un medio de alta velocidad consideraría normal pero que en manos del sensacionalismo era suficiente para convertir a un maquinista con tres décadas de experiencia y ni una sola tacha en su expediente en un asesino inconsciente y sin piedad.
Antes de tener una sola prueba concluyente contra él, incluidas unas cajas negras que aún no han sido abiertas en el momento de escribir estas líneas, las autoridades políticas y policiales se lanzaron con igual ferocidad a apuntar los "indicios razonables" del fallo humano del conductor, que a pesar de haber realizado el mismo trayecto en multitud de ocasiones era evidente para todos ellos que había decidido estrellar alegremente su propio tren con todo el pasaje al completo.
Mientras continuaba la conjura del maquinista, cuyo nombre era repetido hasta la saciedad para que quedara claro quién era el culpable, otros datos aparecían entremezclados en pleno caos informativo. Por ejemplo, se supo que la curva en cuestión pertenecía a un trazado que jamás fue ideado para la alta velocidad, y que obligaba de pasar de un tramo recto donde podían alcanzarse hasta 250 kilómetros por hora, a los 80 máximos de dicha curva. Se supo también que el sistema de control y frenado automático ERTM no estaba instalado en dicha curva. Se supo a través del reconocimiento oficial de Adif que, a pesar de que supuestamente forma parte de nada menos que miles de kilómetros de la red de alta velocidad en España, el ERTM está en fase de pruebas y aún no funciona para el tren Alvia, precisamente el modelo siniestrado. En el colmo de los colmos, se supo también que el supuesto frenado automático no existe como tal, sino que se limita a un sistema de alertas para avisar al conductor de que frene.
Nada de eso importa, como no importaban los graves errores de coordinación en las tareas de rescate, con helicópteros que no despegaban y retrasos de horas de ciertos vehículos, porque el desarrollo de la conjura continuaba implacable y esto no eran más que detalles técnicos sin importancia. Lo importante iba por otro lado: conversaciones del conductor eran filtradas momentos después de producirse, se sacaban oraciones de contexto y se obtenían conclusiones con valor de prueba judicial por homicidio por imprudencia. El reo era conducido esposado a declarar y sus palabras sobre su despiste se filtraban de manera conveniente para seguir alimentando las páginas amarillas, que encontraban en el error humano la excusa perfecta para que absolutamente nadie tuviera que dar explicación alguna, para que nadie asumiera responsabilidad alguna, para que todo volviera a la normalidad lo antes posible, trenes circulando incluidos, porque más allá de dicho error no hay ningún problema de nada, todo está bien, todo está en orden.
Es posible que el conductor del tren Alvia que se estrelló contra la curva de A Grandeira sea plenamente culpable de lo que ha ocurrido, o que tenga una gran parte de responsabilidad y que, en cualquier caso, deba responder ante la justicia por su error humano. Todo ello es posible. A pesar de todo, resulta inquietante comprobar cómo la maquinaria del sistema se articula para moldear la opinión pública, para manipularla con total descaro y evitar preguntas incómodas para personajes de más alto nivel, que sin duda deberían aclarar una duda por encima de tecnicismos, por encima de ideologías, una pregunta que imagino deberían hacerse todos los usuarios de la red ferroviaria de este país. ¿Cómo es posible que la vida de cientos de personas, de miles, dependa únicamente de un error humano?
1 comentario:
Keep oon working, great job!|
Chekea y puedes navega por mi homepage: Soluciones xbox 360
Publicar un comentario