sábado, 3 de agosto de 2013

Cineforum (31): Guerra Mundial Z



Desde que surgió hace unas décadas en cine y fue expandiéndose a otros medios, en otras formas y con otros alcances, el fenómeno zombi me ha llamado siempre la atención por su capacidad de fascinación en un público cada vez más amplio. Lo que comenzó siendo una consecuencia dentro de un rito más complejo, el vudú, donde el chamán lograba revivir a fallecidos a los que controlaba a su antojo y voluntad, los muertos vivientes han pasado por todo tipo de transformaciones, desde los lentos caminantes a los corredores veloces, de los devoradores de carne a los de cerebros humanos, todos ellos siendo siempre los absolutos protagonistas de fenómenos tan consolidados como Resident Evil en los videojuegos o The Walking Dead en cómic y televisión. Faltaba, sin embargo, que este fenómeno diera el salto grande de verdad al cine, ya que todo lo anterior pertenece a una serie B donde hay absolutamente de todo, pero en cualquier caso bastante mediocre. Faltaba Guerra Mundial Z.

La película, que lleva en desarrollo y preproducción desde 2007, ha sufrido lo indecible para salir adelante. De entrada, está basada en el libro del mismo título de Max Brooks, un excelente mosaico de entrevistas a diferentes personajes relevantes que dan su versión, pasado ya el apocalipsis zombi, del por qué, el cómo y el cuándo de una extraña infección a escala global que a punto estuvo de reducir el planeta a cenizas. La productora Plan B Entertainment, donde está más que involucrado Brad Pitt, adquirió los derechos pero pronto se dio cuenta de que ese esquema narrativo no iba a funcionar en una película comercial. Fueron necesarios tres guionistas para dar forma a una versión de la historia donde un emisario de la ONU, interpretado por Pitt, debería recorrer el globo en busca de respuestas ante el estallido. Y cuando ya todo el mundo pensaba que había terminado el rodaje, nuevas revisiones y problemas con el final de la película obligaron a replantearlo todo, especialmente por una escena en la Plaza Roja de Moscú con Pitt liándose a bombazo limpio con todo el mundo que duraba 12 minutos de metraje. Finalmente, y creo que con buen criterio, se decidió recortar dicha escena por considerar que el personaje no es un Rambo cualquiera, sino más bien un científico con formación militar y, sobre todo, un preocupado padre de familia. En cualquier caso, y como ya hay anunciada secuela, no descarten ver a Pitt sembrando el caos en Rusia de aquí a un par de años.

Guerra Mundial Z ha llegado finalmente, en esta nueva versión más equilibrada y contenida, y el éxito ha sido apoteósico. No es para menos. La película es realmente entretenida, todo un ejemplo de cómo hacer un blockbuster veraniego con estilo, clase y sentido del ritmo (a pesar de que la presencia de su director, Marc Forster, autor de la olvidable Quantum of Solace, no invitaba precisamente al optimismo). Sin embargo, la película comienza con un espectacular prólogo en Philadelphia, para después ir dando trepidantes tumbos por Corea, Jerusalén y Escocia sin que se detenga un ápice el interés de la trama o el ritmo de la acción. Porque aquí hay acción, y de la buena: aviones que se estrellan, muertes en masa, riadas de zombies formando gigantescas columnas, tiros y explosiones a granel... Sin embargo, en todas y cada una de las escenas hay justificación de la trama, no resultan gratuitas ni agotadoras. Y quizá el hecho de que su protagonista sea una megaestrella como Brad Pitt, al que hacía demasiado que no veíamos por estos lares, hace todavía más llevadero el asunto. No nos engañemos, ahora mismo hay pocos actores que podrían sostener una película así sobre sus hombros como lo hace Pitt, muy metido en un papel que da poco espacio para el brillo actoral, pero que le va como anillo al dedo. 

También es la primera vez, aunque aquí admito que es una impresión aún más subjetiva que las anteriores, donde realmente me importaban más los personajes humanos que los zombies. Mi temor ante productos de este tipo es que la única gracia esté en los muertos vivientes y sus correrías, como me pasó con 28 días o The Walking Dead, que en el momento en que la cámara pone el punto de mira en el factor humano, el asunto se desinfla una barbaridad. Aquí, sin embargo, me interesaba la historia familiar del protagonista (qué desaprovechada está, por cierto, la gran Mireille Enos, el alma de The Killing), y me interesaba mucho más toda la trama sobre el origen y la posible cura de la enfermedad que los muchos y bien rodados ataques de los zombies. Y no puedo dejar de mencionar la fabulosa secuencia de la primera infección en Philadelphia, donde la voz del osito de peluche da unas más que siniestras pautas del tiempo de contagio.

Una vez señaladas estas bondades, sí me gustaría señalar algo en lo referente a la estructura de la historia que no terminó de convencerme. Cuando vi la película no sabía nada acerca de la secuencia eliminada de Moscú, pero sí que tuve la sensación de que el tercer acto de la película bajaba un poco la intensidad. Después del prólogo y, especialmente, de los climáticos episodios de Corea y Jerusalén, tenía la impresión de que la escalada iba a ser de aúpa, y no fue así. Toda la parte del laboratorio de Escocia, que está fenomenal y contra la que no tengo nada en absoluto, tiene sin embargo un aire cerrado e intimista que no me termina de encajar con el resto, donde todo iba más por la escala épica. Y esa escena conduce, sin entrar en spoilers, a un final más tranquilo y abierto de lo que esperaba, dejando unas bases más que claras para lo que sus productores han confirmado ya como la primera parte de una trilogía, pero que a mí me dejó un poco frío.

A pesar de eso, y a la espera de que Elysium diga lo contrario de aquí a unas semanas, Guerra Mundial Z tiene todas las papeletas para convertirse en la película del verano. Es entretenida, está más que correctamente interpretada por principales y secundarios, tiene una gran banda sonora de Marco Beltrami y, sobre todo, tiene esa extraña capacidad de fascinación zombi que hace que estén por encima de modas pasajeras, rodada con oficio y buen hacer por parte de su director. Muy recomendable.


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