sábado, 24 de agosto de 2013

El (innecesario) regreso del caballero oscuro




No suelo ocuparme en La trastienda de aspectos de la realidad cotidiana del universo friki (más bien lo hago sobre aquellos de los que hay ya una cierta perspectiva, por pequeña que sea), pero en este caso me ha parecido pertinente por todo lo que significa. Por si hay alguien que no se haya enterado a estas alturas, resulta que Ben Affleck ha sido escogido por Warner Bros para interpretar ahora, y quién sabe hasta cuándo, a Batman. La idea inicial es que aparezca como personaje secundario en la secuela de Man of Steel, que tiene una fecha de estreno prevista para el verano de 2015 y, a partir de ahí, iniciar una saga propia de películas como personaje principal.

Antes de nada, es necesario aclarar varios aspectos. Affleck no es el primer actor, ni el último, que se pone el disfraz del hombre murciélago en cine: antes lo hicieron el inefable Adam West, Michael Keaton a las órdenes de Tim Burton y, con mucha menos fortuna, Val Kilmer y George Clooney bajo la "batuta" de Joel Schumacher. Lo del más reciente Christian Bale es caso aparte, porque parece existir un cierto consenso en que la trilogía de The Dark Knight de Nolan es la adaptación más realista, tenebrosa y fiel al espíritu del mejor cómic del hombre murciélago hasta la fecha, el de los 80 de Frank Miller, un consenso que se extiende, y de qué manera, a la más que notable caracterización de Bale en el doble papel de Bruce Wayne y de Batman.

De hecho, hay rumores muy insistentes y fiables que apuntan a una astronómica cifra de casi 50 millones de dólares por parte de los directivos de la Warner, conscientes de que este éxito no ha sido casual, para convencer a Christian Bale de seguir siendo Batman. Sin embargo, al parecer el actor habría rechazado esta suculenta oferta porque está cansado ya de vestir de negro heroico. Lo cual nos lleva a Ben Affleck, cuya candidatura confirmada tras muchos rumores y posibles alternativas ha provocado un auténtico revolcón mediático que, de momento, lleva ya recogidas más de 60.000 firmas en la web change.org para que el recién nombrado deje de ser el hombre enmascarado antes incluso de ponerse la máscara. Las bromas han llenado páginas y páginas, tantas que parece una reacción desmedida.

En realidad, no lo es: los fans de los superhéroes le tienen bastante ojeriza a este actor, que saltó a la fama en 1997 junto a su amigo Matt Damon en El indomable Will Hunting, a causa de la más que floja adaptación de Daredevil (2003), con él en el papel principal. Aquel desatino, unido a su plana actuación y algún que otro sonado patinazo crítico y de taquilla (ahí está Gigli, también de 2003, considerada una de las peores películas de la historia y que le deparó su primer Razzie, el anti-Oscar) dieron al público una imagen nefasta de Affleck, que aún hoy le toca combatir, mientras que al actor le quedaron muy pocas ganas de megaéxitos de palomitas, así que decidió enfocar de un modo diferente el asunto para sus siguientes proyectos. Tanto fue así que en los años posteriores se ha ido labrando una fama más que respetable como director, dirigiendo películas de autor muy interesantes (Gone, Baby, gone; Gimme Shelter y The Town) hasta, finalmente, dar en el clavo con Argo, todo un éxito que en la última edición de los Oscar le supuso 3 premios, entre ellos el de mejor película, así como un merecido reconocimiento universal como excelente director de actores.

Quizá por todo ello, y con un perfil muy diferente al que tenía hace 10 años, me resulta igual de extraña esta elección que al resto de los fans. Affleck no es mal actor, desde luego, y quizá podría hacer un buen Batman, pero con Wayne corre el peligro de cometer el mismo error que George Clooney: es demasiado conocido. Sinceramente, yo no voy a ver a Bruce Wayne en cuanto aparezca este señor vestido de traje, entre otras cosas porque lleva más de 15 años en proyectos de primer nivel de toda clase y condición y resulta demasiado reconocible, de la misma manera que tampoco me creí jamás a Brad Pitt como Aquiles en Troya; era Brad Pitt con faldas, y punto.

Hay quien sostiene, en esos foros ardientes en que se ha convertido Internet en los últimos días, que hay que darle un voto de confianza al asunto, que también hubo gritos de protesta y rasgados de vestiduras con Heath Ledger y Anne Hathaway por sus respectivas elecciones como Joker y Catwoman, y que luego todo el mundo se olvidó felizmente al ver el resultado final,  algo que con un poco de suerte también podría ocurrirle perfectamente a Affleck. Ahora bien, yo no puedo estar de acuerdo con esta bienintencionada teoría, ya que al margen de que esto es el casting de un personaje principal, no de un secundario, en los casos anteriores estamos hablando de actores que precisamente gracias a estos papeles han obtenido un reconocimiento que antes no tenían (al margen de su trágica muerte, Ledger será recordado siempre como el mejor Joker que ha habido jamás (Oscar a mejor secundario incluido); para Hathaway, la película de Nolan le abrió las puertas a otros grandes proyectos, como el de Los miserables, por el que obtuvo también un Oscar). No obstante, y dado que mis dotes de adivino son escasas, lo cierto es que no sé cómo va a terminar todo esto. No le deseo el menor mal al señor Affleck, aunque creo sinceramente que se equivoca al aceptar un papel que le devuelve a una senda que solo le trajo disgustos, y máxime si se tiene en cuenta el sonado éxito que estaba teniendo ahora como director y productor.

Lo que me parece más interesante de mi rechazo, sin embargo, es que creo que en el fondo esto no va con Ben Affleck: ningún actor me hubiera parecido bueno para hacer otra vez de Batman. Ahí está la clave. De la misma manera que veo innecesario el relanzamiento de Spiderman solo unos pocos años después de la trilogía de Sam Raimi (al margen de que me gustara más o menos, que fue más bien menos), tampoco me parece de recibo que apenas dos o tres años después de The Dark Knight Rises, la película que cerraba la trilogía de Nolan, tengamos a otro señor oscuro en la gran pantalla. Ha pasado muy poco tiempo de ello, y si se tiene en cuenta la perfección con que Nolan y su equipo contó su versión de Batman, ¿a santo de qué meternos otra vez en traumas infantiles, cuevas de murciélagos y demás zarandajas? A mí no me apetece ver a otro Joker después del de Ledger, no creo que vaya a haber un Alfred mejor que Michael Caine ni una banda sonora mejor que la de Hans Zimmer y James Newton Howard. Es posible que no sea una trilogía perfecta, pero yo la doy por plenamente válida y definitiva porque entre otras cosas me hace olvidar, de punta a punta, cualquier iteración previa, ya sea en televisión o en cine, del caballero oscuro. Sí, es cierto que mejorar las visiones campy de West, las góticas de Burton o las de los pezones aquellos de Schumacher era fácil, pero aun así el mérito de Nolan es inmenso por haberlo llevado a un nivel de excelencia que nadie esperaba, especialmente en la segunda parte. Mi duda es si a partir de aquí se puede mejorar algo, o aportar algo significativo. Creo que no y no soy el único: el propio Christian Bale ha reconocido que no tiene sentido seguir haciendo un personaje sobre el que ya han dicho todo en las tres películas de la saga de Nolan, sin caer en la redundancia o el ridículo. Y tiene más razón que un santo.

Evidentemente, esto es un negocio, y mientras los superhéroes den dinero, DC, Warner Brothers o Disney explotarán esta gallina hasta la saciedad, da igual que sea en cómic o en cine, donde no hacen más que versionar lo ya contado una y otra vez sin importar caer en la redundancia y, generalmente, en el ridículo. En cualquier caso, y al margen de que sea Affleck o Fernando Tejero el que haga otra vez de Batman en la gran pantalla, yo lo siento pero ya he tenido ración suficiente para muchos años. Y no ha sido una ración cualquiera: era caviar del bueno.




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