jueves, 25 de julio de 2013

Manga vs Anime: el caso de Akira



Creado en 1982 por Katsuhiro Otomo, Akira tuvo un proceso de gestación y, especialmente de desarrollo y publicación, largo y tortuoso, lo que no le impidió convertirse en uno de los máximos exponentes del arte manga japonés y adquirir categoría de culto inmediato, que no ha hecho sino crecer con el paso del tiempo. El manga se fue publicando de manera lenta para sus muchos fans, que tuvieron que esperar la friolera de 8 años para saber cómo terminaba la historia de ese futuro apocalíptico en el que Neo Tokio sufre las devastadoras consecuencias de los increíbles poderes mentales de unos niños prodigio.

Como suele ocurrir por estos lares, a nosotros Akira nos llegó primero como anime, es decir, como película de dibujos animados basada en el cómic, y hubo que esperar muchos, muchos años, para poder disfrutar del material original. Hace poco llegaron a mis manos los volúmenes restaurados del manga original, que han sido editados en un lujoso cofre que contiene además un libro de arte de lo más recomendable, y no pude evitar la tentación de revivir aquel mito de la infancia que fue en su momento la película.

De manera muy resumida, la historia sigue los pasos de Kaneda y Kai, un chico y una chica adolescentes que nacieron tras la explosión de una bomba nuclear, que obligó a reconstruir la ciudad entera de Tokio y puso a todo el mundo en alerta global. Kaneda es el líder de una banda de motoristas, presos de un sistema que no tolera la insubordinación y que los trata de recluir en centros educativos especiales, donde sufren abusos y palizas constantes que no hacen sino alimentar aún más su odio al orden establecido. Kai, por su parte, forma parte de una organización que intenta descubrir los planes secretos del gobierno en torno al proyecto Akira, que se considera una de las causas principales del estallido de la bomba atómica.

Evidentemente, todo esto no es más que el planteamiento de una historia que se desarrolla en seis largos volúmenes donde predominan los tiros y los diálogos a medias, las vistas panorámicas espectaculares y una dosificación de los puntos esenciales de la trama, a mi juicio, exasperante y excesiva. Como lector he sufrido una barbaridad para llegar al final, atolondrado como estaba por el constante carrusel de tiros y explosiones que no iban a ningún lado. El manga está dibujado con maestría, con una calidad fuera de toda duda, pero los puntos de giro de la trama son tan, tan forzados, que uno finalmente termina por no dar crédito a nada de lo que ve y llega al punto de pasar páginas sin demasiado interés, la verdad. Son tantas las veces en que el supuestamente inexperto Kaneda sobrevive a disparos, entra y sale de bases ultrasecretas como Pedro por su casa y se enfrenta a temibles situaciones en las que apenas se mancha un pelo del flequillo, que toda tensión narrativa se disipa (y eso que no he mencionado la escena del tanque, alegremente conducido por los muchachos, porque eso ya es de traca). En un momento, no sé si en plan de broma existencial, Kaneda les grita a unos soldados que no le acertarían ni a un elefante, mientras que él, que se supone que no tiene ningún tipo de experiencia armamentística, se lía a balazos entre ceja y ceja. Sinceramente, yo no sé si Otomo se dio cuenta de que esa broma era un fiel reflejo de una inconsistencia argumental aberrante, pero habría que hacérselo mirar, creo.

El problema de Akira (manga) es que alarga en exceso una historia que no da para tanto, y resuelve todas sus tramas secundarias de una manera bastante perezosa. Sin ánimo de destripar nada, a mí el final me pareció surrealista, muy por debajo de lo que esperaba, y si a eso se le suma el nulo desarrollo de unos personajes que son de cartón piedra, he llegado seriamente a preguntarme a santo de qué viene todo este fenómeno de adoración que ha tenido esta serie de cómics durante tantos años, al margen de su tendencia a la violencia gratuita y a los planos de motos a toda pastilla, que siempre queda muy cool.

Por ello, fui con bastante temor a revisitar la película, que se ha reeditado también ahora en Blu Ray. Y mira por dónde que lo que en el cómic me parecía una historia tortuguesca a más no poder, aquí en la película se eliminaban sabiamente tramas y personajes innecesarios, se acortaban batallas, explosiones e incursiones por la casa de Pedro y se iba directamente a resolver los tres misterios fundamentales de la historia (que no diré aquí, por respeto al personal que no conozca la historia). Pero lo mejor de todo es que (y ojo, que aquí sí que hay un SPOILER como una catedral), en la película se elimina ni más ni menos que al personaje de Akira. Así de sencillo. Mientras que en el cómic tiene una enorme presencia a partir de la segunda mitad de la historia (presencia física, entiéndase, porque ni abre la boca ni hace absolutamente nada aparte de estar sentado o dejarse llevar de la mano del primero que pasa por ahí, en plan fardo), resulta que en la película solo quedan restos embotellados de su organismo tras la explosión de la bomba que él mismo había provocado (fin del SPOILER). Y esta diferencia, solo un ejemplo en un mar de notables cambios, es la que en mi opinión mejor representa todo lo bueno de la película, porque supone un filtro fenomenal y extrae únicamente lo que es necesario para contar la historia. Aquí el villano Tetsuo tiene el papel que le corresponde, no como en el cómic, donde es un papanatas de cuidado, y el final es muchísimo más claro (al margen de que difiere en no pocos detalles, para bien). Lo que no cambia es la calidad de la imagen, el fabuloso diseño de personajes y espacios, eso sí. Lo que sí cambia es todo lo demás: más intensidad narrativa, una estructura más clara, ordenada y fácil de seguir; ausencia de errores forzados de guión y, en definitiva, la sensación de que todo está mucho más equilibrado, aclarado, mejor.

Imagino que me lloverán palos de los fans del manga, pero entiéndase que mi crítica va únicamente hacia el modo en que se cuenta la historia, que imagino que en su momento debió estar condicionado por su entrega por fascículos breves, y que posteriormente serían recopilados en los seis volúmenes actuales. Con total franqueza, si alguien quiere acercarse a este clásico, le sugiero encarecidamente que  vaya al anime y se olvide del manga (salvo que tenga un largo y cálido verano por delante, claro). 


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