Es posible que a estas alturas de la semana ustedes estén ya cansados de la tormenta perfecta que desató el diario El País a propósito de las cuentas del que fue tesorero del partido del actual gobierno hasta hace bien poco, y que arrojan sospechas muy poderosas sobre una posible financiación no declarada a hacienda por valor de miles de euros, que los dirigentes de la cúpula del partido del actual gobierno cobrarían mensualmente, en función de su cargo en dicha cúpula, y que incluyen al presidente del partido del actual gobierno en muchas de dichas anotaciones por valor de varios miles de euros anuales. Es posible que sepan también que el partido del actual gobierno recibió donaciones por valor de cientos de miles de euros en los últimos veinte años, por parte de empresarios de la construcción que se veían beneficiados por leyes promulgadas por el propio partido del actual gobierno, como la famosa ley del suelo. Es posible que sepan ustedes todo esto, incluso la más reciente noticia que afecta a la actual ministra de sanidad quien, de acuerdo con un informe policial inapelable, recibió regalos de la red Gürtel en forma de viajes, fiestas familiares y bolsos de Vuitton por valor de decenas de miles de euros, donde destaca, entre otras lindezas, confeti para cumpleaños por valor de casi 5.000 euros.
Es muy posible, casi seguro, que sepan también que la reacción ante estos nubarrones por parte de los aludidos ha pasado por varias etapas, desde el "no me consta", hasta el "a mí que me registren", pasando por el "es todo mentira", "es una conspiración", "ahora que España se levantaba, qué sorpresa que salga esto", sin olvidarnos, por supuesto, de lo más importante: "puede que algo de lo publicado sea verdad, pero eso no valida el resto", para finalizar, obviamente, en lo ya sabido: "este partido tiene las cuentas claras, limpias y transparentes", y sobre todo, que no nos preocupemos, que la auditoría interna que organizan desde el propio partido del actual gobierno aclarará todo este malentendido con total honestidad para calma y alivio de todos los españoles.
Es más que probable que quien lea estas líneas trabaje y pague sus impuestos con regularidad, como hace un servidor, y que todo esto le haya dejado ya sin capacidad de desencajarse aún más la mandíbula del asombro y el estupor. Es más que probable que toda esta retahíla de corruptelas choque de manera frontal, violenta e insultante, con ese discurso aún más bochornoso hoy acerca de los esfuerzos, los ejercicios de la responsabilidad y toda esa sarta de estupideces que estos mismos sujetos nos llevan soltando desde hace demasiado tiempo. Y ya está bien de defenderse con ese argumento tan mezquino acerca de la conveniencia de una ley de financiación de partidos que ponga orden en este pequeño lío. Esto no es un pequeño lío, es un escándalo mayúsculo, quizá el mayor de toda la historia de nuestra democracia, y el hecho de que aquí todo el mundo se financie como le dé la gana no justifica en absoluto los desmanes del partido del actual gobierno precisamente porque, por encima de cualquier otra consideración, todos y cada uno de los acusados directa o indirectamente de los últimos días son los miembros del mismo ejecutivo que nos ha bajado el suelto, que nos ha subido el IVA y el IRPF, que ha declarado una amnistía fiscal para todos sus amigos y ex tesoreros con cuentas millonarias en Suiza y "olvidos" por valor de decenas de millones de euros, y que le está metiendo desde hace más de un año una tijera inmisericorde, cruel y selectivamente ideológica a la sanidad pública, a la educación pública y a la justicia en todo lo referente a los derechos básicos de los ciudadanos.
A fin de cuentas todos tenemos que hacer esfuerzos salvo ellos, que cobran sueldos millonarios y están ahora mismo en el ojo de un huracán que apunta a que su patrimonio es aún más escandaloso, obtenido con las trampas más indignas que quepa imaginar. Y encima tienen las santas narices de plantarse frente a las cámaras y soltar que, debido a la falsedad de todas las acusaciones y la conciencia clarísima, la prístina virtud y la intachable honradez de todos los aludidos, "están indignados". Permítanme pues que, en lugar de mandarles al lugar que se merecen, honorables señoras y señores del partido del actual gobierno, les recomiende lo siguiente: pónganse a la cola de la indignación y no se les ocurra colarse, porque somos varios millones de ciudadanos los que ya estamos ahí desde hace tiempo.
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