martes, 5 de febrero de 2013

In memoriam


Hace pocos días recibí una noticia realmente triste para mí y para muchos de los estudiantes que compartimos curso hace años en el Instituto de Enseñanza Secundaria José Luis Sampedro. Víctor Sanz Molina, que fue el primer director del instituto y catedrático de Geografía e Historia hasta 2006, año de su jubilación, falleció a finales del pasado enero.

Todos lo conocíamos como "don Víctor", un trato que prácticamente ya ningún profesor recibía en aquellos años y que, quizá por eso, le daba un aire especial, diferenciador, como de un tiempo pasado en que el trato era más respetuoso. No por casualidad se le tenía de hecho por un hombre respetable, elegante, educado y sobre todo sabio, muy generoso en sus explicaciones y cercano en el trato con compañeros y alumnos.

Tuve ocasión de comprobarlo por mí mismo durante los dos años que me dio clase, en los ya extintos primero de BUP y COU. Recuerdo perfectamente que fue él el primer profesor que nos recibió nada más llegar al instituto, el que nos dio las primeras indicaciones y nos señaló las primeras y más notables diferencias entre la etapa del colegio que dejábamos atrás y la nueva que empezábamos allí, donde se esperaba por nuestra parte una actitud diferente, más seria y madura. Recuerdo su seriedad al decir aquello, siempre a tono con su estilo sobrio en el vestir y en el hablar, y el impacto tan positivo que tuvo en mí tener un referente como él durante aquel primer curso.


Don Víctor nos acompañó aquel año, además, a los alumnos de intercambio del grupo de francés. Fue un viaje de diez días a Normandía, donde sustituyó a nuestra profesora y se convirtió en la auténtica estrella del trayecto con sus explicaciones de los castillos del Loire, de los principales monumentos de París o de las playas de Normandía, en un día lluvioso y nublado con las olas rompiendo con furia contra los ecos de aquella gloriosa batalla. Don Víctor nos ilustró sobre todo eso y mucho más, y además se le veía disfrutar enormemente con aquello: una visita nocturna a una catedral gótica se podía convertir en una clase improvisada sobre el impacto de la arquitectura en la devoción del hombre antiguo, del mismo modo que un paseo por el barrio de los pintores de París o el Mont Saint-Michel nos trasladaba a la bohemia o al medievo en todo su esplendor. Si en el aula se esforzaba con empeño en mantener despierto al personal, fue precisamente en aquellos lugares donde sus explicaciones cobraron una dimensión y un alcance que aún hoy perdura en mi memoria y en la de muchos de mis amigos.

Durante el último año se convirtió, además, en toda una garantía a la hora de afrontar el examen de Selectividad. Fueron sus consejos de ánimo y paciencia, su habilidad para afrontar el tan temido comentario de texto histórico y su proverbial calma lo que hizo que muchos alumnos como yo, de temblor fácil ante el peligro, nos enfrentáramos a un examen tan decisivo con la dosis de seguridad necesaria. Recuerdo bien aquellas últimas clases de repaso antes del examen, en las que nos insistía una y otra vez en aportar nuestra perspectiva y no limitarnos a repetir como loros una teoría demasiado mascada, algo que he procurado recordar desde entonces y enseñar ahora a mis alumnos.

El último recuerdo que guardo de él fue al poco de hacer la Selectividad, donde se produjo un pequeño escándalo tan propio de esta España nuestra, por el que un porcentaje excesivo de alumnos obtuvo en Historia el mismo resultado: 5,3. El enfado de don Víctor fue monumental, porque aquello era claramente una estafa cuya reclamación, como era de esperar, tuvo el mismo efecto que un grito en el desierto. Recuerdo aquel día, caluroso al menos en mi memoria, donde don Víctor hizo una encendida defensa de los méritos de los alumnos que habían tenido una regularidad y un esfuerzo que merecía mucho más que una nota puesta con un infame matasellos. Nos llamó la atención ese discurso porque aquella fue la primera vez en que le oíamos hablar, ya al final de nuestra trayectoria en el instituto, acerca de cómo nos veía, de la estima en la que nos tenía desde que nos impartió aquella primera clase. Muchos nos fuimos de allí bastante emocionados con aquellas palabras. 

Don Víctor nos deseó suerte antes de marcharnos y se despidió con un fuerte abrazo (algo bastante inusual en él), emplazándonos a un reencuentro futuro que, por desgracia, no llegó a producirse. Con el tiempo me he ido reencontrando con algunos de aquellos antiguos profesores de mi juventud, muchos de ellos ya jubilados, pero no fue el caso de mi querido profesor de Historia. Cuando me comunicaron su fallecimiento sentí una honda impresión, como si no terminara de creérmelo. A pesar de que no faltaba demasiado para su jubilación, mi último recuerdo de él era el de una persona aún firme, aún con la fuerza para defender aquello en lo que creía, y quizá por ello me resulta aún difícil aceptar esa marcha.

En cualquier caso, me consta que ese vínculo de aprecio sincero, respeto y afecto que se granjeó conmigo es también compartido con otros muchos alumnos, y que el gusto por su disciplina y el entrañable recuerdo que todos guardamos de él va en justa consonancia con los méritos de un auténtico profesional de la enseñanza, una persona que dignificó su profesión día a día y que contribuyó a nuestra educación de manera decisiva, tanto en conocimientos como en valores.

Descanse en paz. 



2 comentarios:

Unknown dijo...

Una triste noticia.
Desde que me lo comentaste, no he parado de pensar y revivir recuerdos. Creo que todos tenemos algún profesor que nos marcó, que realmente tenía interés en educarnos.
En mi recuerdo siempre quedará ese viaje a Francia. El recuerdo general es de mucha alegría, pero sobretodo del haber disfrutado viendo catedrales, castillos o museos, de una forma muy amena. A don Víctor, le debo eso. Creo que tiene mucho mérito, conseguir que un chaval de 14 años sea consciente de donde está y de apreciar el arte y la historia que contempla.

No fue profesor mío hasta Cou, donde tuve la suerte de recibir el último empujón antes de la selectividad. En sus clases, pude comprobar, mi teoría de que su interés, y vocación era la de enseñar. Recuerdo muy bien el primer examen. Cuando nos dijo las preguntas, me chocó que nos dijera que podíamos sacar los libros y apuntes para consultarlos. El examen lo aprobé por los pelos, pero durante mucho tiempo se me quedaron grabadas todas las respuestas, lo que había escrito y los apuntes.

Pero sus dotes didácticas no acaban ahí. Esas horribles primeras horas de clase, con él, podrían convertirse en sesiones de cine histórico, que no hacían otra cosa que ratificar los conocimientos aprendidos y amenizar las mañanas.

Y para concluir, otra anécdota que ha servido para sacar alguna carcajada. En la entrega del primer examen, yo situado en primera fila, estaba esperando una notaza, ya que en ese momento pensaba que contestar con los apuntes era sinónimo de 10. Tal fue mi sorpresa al ver que saqué un 5 pelao, que me estiré, sacando las piernas cual Pepe (del real Madrid), haciéndole una entrada de tarjeta roja al pobre profesor que pasaba por ahí, y no sospechaba nada.

Mi primera reacción fue de susto, ya que meter una patada a un profesor que te pone una nota baja, es muy sospechoso y está mal visto. Pero ahí don Víctor, sacó su lado más gracioso, y me respondió algo parecido a esto “Bueno hombre, a Alejandro parece que no le ha gustado mucho su nota” “si quieres la revisamos, pero no me mates”.


En resumen, estos días son muy tristes, es una gran pérdida que lamentablemente se va sin el reconocimiento que se merece. Pero por otro lado, yo me siento feliz por él, por que creo que cuando se abandona este mundo, sólo se nos recuerda por lo que dejamos como legado. Y creo que no hay mejor legado que dejar una sonrisa en cada persona que ha compartido algo contigo y que te recuerda con respeto y orgullo.

Espero que esta entrada, sirva de pequeño homenaje.

Descansa en paz don Víctor.



Unknown dijo...

Totalmente deacuerdo con vuestras palabras, pocos profesores eran así, discretos, profesionales, por eso se esta organizando un homenaje por parte de ex-alumnos, la concejalía de educación y el IES JOSE LUIS SAMPEDRO para comienzos del curso que viene, organizarán un pequeño acto y pondrán una placa en el centro, si estáis interesados en participar de alguna forma enviad un mail a Amelia Secretaria del IES: iesjlssecretaria@yahoo.es