sábado, 4 de agosto de 2012

Cinefórum (20): Prometheus



Ayer se estrenó en España Prometheus, la última película de Ridley Scott y precuela de su celebérrima Alien: el octavo pasajero. Como ya comenté en su momento a propósito del repaso de la franquicia originada por dicha película, esta cinta de 1979 se ha convertido en un referente del cine de terror y ciencia ficción, y por ello las expectativas estaban por las nubes máxime teniendo en cuenta que era "el padre" de la criatura, y no otro el elegido para llevar a cabo el proyecto. Tras aprobar el guión definitivo, Scott se lanzó a la producción rodeado de un equipo técnico de garantías, con Dariusz Wolski al cargo de la fotografía y una buena inversión en efectos digitales, así como un reparto prometedor compuesto por Noomi Rapace, el omnipresente Michael Fassbender y Charlize Theron. 

Durante los meses previos al estreno y conforme se iba filtrando información y alguna que otra imagen de la película, Internet se llenó de tráilers, foros encendidos y debates acerca de las conexiones entre esta precuela y las historias posteriores, con especial énfasis en el llamado Space Jockey, una criatura que aparecía en el Alien original como una de las primeras víctimas, seguramente alienígena también, del monstruo protagonista. Scott había manifestado en diversas entrevistas que aquel era un cabo suelto que podía dar mucho de sí, y sobre el que ninguna de las secuelas había reparado, para su sorpresa. El resto estaba envuelto en el más absoluto de los misterios.

La trama de la historia gira en torno a un viaje científico protagonizado por los miembros de la nave Prometheus, nombre sacado de aquel clásico Titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. La clave de la historia está en la búsqueda de respuestas al origen de la humanidad, supuestamente situado en un planeta llamado LV-223 (el planeta de Alien era LV-426, para los frikis del asunto). Allí se dirige una joven pareja de científicos, interpretada por Noomi Rapace y Logan Marshall, bien secundados por una tripulación donde hay un poco de todo (biólogos y geólogos, representantes de la todopoderosa corporación Weyland, robots, etc.) Obviamente, en el planeta en cuestión les esperan enigmas, sustos y carreras con más de una sorpresa final que no desvelaremos, por si acaso.

Prometheus es una película que desde su primer fotograma está gritando a los cuatro vientos su condición de prólogo de una nueva trilogía (no por casualidad Scott y compañía están ya en la fase de pre-producción de la segunda parte), y como tal hay que valorarla. El espectador que acuda a la sala esperando ver un prólogo sin más de Alien se llevará un buen chasco, porque la cinta deja muchas preguntas sin resolver y más cabos sueltos que cerrados, terreno abonado para que la segunda y la tercera parte coloquen definitivamente los pilares sobre los que se sustente la historia que ya todos conocemos.

Esto no quita que tenga sus virtudes, claro. Desde su primera secuencia de paisajes se puede comprobar que el cuidado en esta producción ha sido enorme. Todo, absolutamente todo, recibe un tratamiento visual de primer nivel, algo que hay que valorar especialmente tras los desmanes de las últimas secuelas. Tanto los entornos como las dependencias de las naves y el planeta han sido recreados con una meticulosidad que se agradece, no tanto porque nos ayude a sumergirnos plenamente en la trama, sino porque cumple bien su propósito de hacernos sentir literalmente en otros mundos (y aunque esto pueda parecer una tontería, es algo que yo en cine no había sentido en una sala desde la lejana Horizonte final, que ya tiene unos años). La sala en la que se encuentran las vasijas, con el impresionante rostro humano presidiendo la escena, me dejó con la boca abierta y se va a situar, sin problemas, como uno de los lugares más emblemáticos de la saga.

Y si el marco tiene un tratamiento envidiable, soportado por unos efectos especiales realmente sobresalientes y al servicio de la trama, qué decir del personaje de David. El robot, al que da vida Fassbender con su habitual talento, es todo un "robaplanos" que eclipsa sin problemas a un resto del reparto falto de profundidad. Desde las secuencias de su rutina en la fase previa al despertar de los navegantes hasta su inquietante papel en el devenir de los acontecimientos, David se convierte en la piedra angular de la cinta muy por encima de la supuestamente heroína Elizabeth Shaw (una Rapace algo perdida, me temo: la leyenda de Ripley es demasiado alargada). Únicamente en una escena (el que haya visto la película sabe a cuál me refiero), la actriz demuestra que está más que capacitada para el reto, y hace esperar cotas más grandes en las próximas secuelas, porque el personaje tiene margen de crecimiento.

En cualquier caso, este tipo de cintas no son conocidas por su tratamiento de los personajes. Son las criaturas las que copan el protagonismo, y desde luego la cinta ofrece material de sobra para más de un análisis. Insisto, el que vaya esperando ver la versión que ya conoce se va a llevar una decepción, porque esta saga está destinada, supongo, a explicar cómo los diferentes cruces de razas dan lugar a la creación del Xenomorfo (el alien de toda la vida, vaya). No daré detalles de las criaturas de esta, pero en cualquier caso creo que no van a dejar a nadie indiferente. Es una suerte que ya no estemos en aquellos tiempos donde este tipo de faenas ponían a Hollywood en un brete, porque los efectos actuales permiten todo tipo de virguerías y, sin revelar nada, la última secuencia es todo un regalo para los fans de la saga. Y de nuevo, el nivel de detalle (a veces rayando en lo morboso) de ciertas escenas pondrá los pelos de punta a más de uno.

Por último, los diferentes puntos de giro de la trama, aunque arriesgados, logran el propósito de que no decaiga el interés durante toda la cinta. Los viajes a las excavaciones son siempre interesantes y aportan datos esenciales, y tanto es así que a veces uno tiene la sensación de que todo va demasiado deprisa. Las revelaciones por parte de los llamados "ingenieros" (la raza de los "space jockeys") son siempre bienvenidas, y aceleran hasta un tramo final que es verdaderamente de infarto.

Creo, en definitiva, que espectacularidad, entretenimiento y calidad audiovisual son los tres criterios mínimos que se le pueden pedir a este tipo de películas, y Prometheus ofrece todo eso y más. Seguramente, como ya ocurría con la tercera entrega de Batman, habrá que esperar un tiempo para poder valorar las aportaciones de la cinta a la luz de su saga, pero en cualquier caso esta es una película altamente recomendable, digna heredera de una franquicia, por desgracia, bastante maltratada.



No hay comentarios: