En el repaso a los fenómenos del lenguaje que impregnan o contaminan, según el caso, la realidad que nos rodea, me gustaría aportar un grano de arena al debate propiciado por un artículo escrito por Salvador Sostres, acerca del fenómeno de las becas Erasmus (les dejo aquí el enlace: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/guantanamo/2012/07/24/erasmus.html). Dicho debate tiene que ver con los tópicos, que como todo el mundo sabe son esos clichés o lugares comunes a los que la gente acude para dar explicaciones baratas de una realidad que o no comprende o no tiene el menor interés en conocer. Así, por ejemplo, hay gente que desprecia a cualquier andaluz porque se ampara en el tópico de que son todos unos vagos, o agarrados en el caso de los catalanes; hay quien desprecia a los ingleses por ser fríos y estirados, a los italianos por mafiosos y salidos o a los americanos porque se pasan el día comiendo hamburguesas; hay quien, por cierto, desprecia igualmente a no pocos españoles por ser unos fanáticos religiosos y del toreo que se pasan el día bailando flamenco y echándose la siesta, amparándose en los mismos y rigurosos criterios sociológicos.
Pero vayamos al caso. Dice este señor en la cita que abre su blog que "Escribir es meterse en problemas". Habría que puntualizar que cuando uno escribe según qué barbaridades, en efecto, no tiene más remedio que meterse en líos porque en esta sociedad no todo es aceptable ni mucho menos, por más que lo repita el tópico, digno de respeto. Véase si no la siguiente cita, que el autor proclama tras enterarse, en una cena con unos amigos, de que la hija de ellos planeaba aceptar una de dichas becas:
"En este momento seguro que hay algún padre iluso camino del aeropuerto pensando que le está pagando a su hijo o hija una experiencia de incalculable valor educativo. Si eres padre de un chico, piensa que lo que le estás pagando es una fiesta sin medida ni final, algo así como un bono ilimitado en un burdel de Medellín. Si eres padre de una chica, mejor no pienses nada, porque te vas a deprimir."
En primer lugar, deberíamos poner una serie de datos sobre la mesa antes de hablar desde el prejuicio, como hace este señor. Las becas Erasmus se han concedido desde 1987 a miles de estudiantes de la Unión Europea con el objetivo de que cursen una parte de sus estudios universitarios en el extranjero, con las indudables ventajas a nivel de experiencia personal, enriquecimiento cultural y social y de aprendizaje de idiomas que el señor Sostres ignora en su disección de la realidad de estas becas. Su presupuesto, integrado en el programa Sócrates II, cuenta en la actualidad con una dotación de 7.000 millones de euros y su repercusión le ha hecho merecedor del premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, entre otros muchísimos reconocimientos, por lo que acusarlo a la ligera de ser una legitimación de la cogorza internacional parece, cuando menos, aventurado.
El problema de Sostres es, sin embargo, de peor calado moral de lo que podría parecer. Es evidente que este señor ignora las ventajas de abrirse a nuevas experiencias que no sean las de la patria española y olé, pero a fin de cuentas se podría pensar que es un síntoma de patrioterismo paleto del más rancio, y no merecería mayor consideración. Ahora bien, lo que no tiene perdón es que un señor que escribe en un periódico de tirada nacional se permita el lujo de afirmar que "Niña que tienes veinte años, tu novio es un imbécil si te dejar marchar a Florencia. Erasmus, Italia, esperma. Son tres palabras que van siempre juntas y forman un solo concepto."
Porque aquí está el verdadero problema para este señor, y los que le permiten escribir aberraciones como esta. Según Sostres, España se quiebra, aparte de por las evidentes conspiraciones masónicas que la asolan, porque nuestras jóvenes españolas son una panda de descastadas que hacen lo que les da la realísima gana, y peor aún, sus novios "las dejan" marchar por ahí a ser poco menos que muñecas hinchables en manos de los italianos, franceses y demás contubernio europeo varonil.
A su infinita ignorancia este señor suma un machismo que ciega cualquier argumento que pudiera dar acerca de los problemas, que sí son reales, como el no citado de convalidar asignaturas una vez que estos estudiantes regresan a España, un verdadero quebradero de cabeza para muchos. Todo eso a este señor le importa un pimiento porque aquí de lo que se trata es de volver a la España cavernaria y cerrada, donde las mujeres no estudiaban, o si lo hacían era sobre cosas propias de su sexo, como la taquigrafía y la calceta, pero en cualquier caso a buen recaudo del padre, novio o hermano, que tanto da.
Los tópicos que emplea Sostres son innumerables, desde la visión del Erasmus como un programa de fomento del alcoholismo y el sexo libre a esa otra de la mujer sin decencia que se abre de piernas ante el primero que pasa. Es innegable que habrá estudiantes que vayan por Europa con la intención de pasarse la vida de fiesta en fiesta y tiro porque me toca, y habrá también señoritas con faldas más alegres que la pluma de Sostres, pero cuando se intenta hacer pasar el lugar común como la realidad misma en la que está basado se comete un error de juicio que invalida por completo cualquier argumentación, algo que ya digo sencillamente no se contempla en el caso del artículo citado, donde en el mejor de los casos solo hay un estilo vulgar y un pensamiento antediluviano. Fíjense qué cantidad de tópicos en tan pocas palabras: "Italia es una banda de asalto y si en la mesita de noche hay una lámpara es allí donde irán a parar tus bragas [...] Al fin y al cabo, zumbarse a un italiano es un clásico, algo así como un polvo de fondo de armario."
Lo más lamentable del tópico es que empobrece nuestro pensamiento y nubla el juicio. Cualquier persona que haya pasado el tiempo suficiente en Italia y haya podido empaparse de verdad de la riqueza de su cultura, patrimonio artístico y calidez de sus gentes sabe, como todo aquel que ha enriquecido su experiencia académica y laboral con una beca Erasmus, que como bien decía el maestro de Rotterdam, "los zorros utilizan muchos trucos. Los erizos solo uno, pero es el mejor de todos".
P.d: Sí, soy muy consciente de que el propio Erasmo de Rotterdam afirmó, ya que estamos con las citas históricas, que "La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido aunque agradable y gracioso". Vaya por delante que el artículo no era en defensa de este otro buen señor, por mucho que tuviera alguna que otra neurona más que el señor Sostres, que la tenía.
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