Hoy es un día realmente triste para este país. Ayer se produjo una de las intervenciones más sangrantes y dolorosas, aquella que tanto temíamos, por parte de la Unión Europea. El rescate del eurogrupo a España supone, en la práctica, la pérdida de control ni más ni menos que del sistema financiero, el puntal sobre el que se sostiene no solo la economía sino todos y cada uno de los resortes sociales que dependen de él. Esto es lo que el anterior presidente del gobierno y el actual llevan intentando impedir desde hace años, y especialmente en unos últimos meses en que nuestros bancos y cajas de ahorro han hecho aguas por todas partes, mientras la prima de riesgo se disparaba y la bolsa caía cada día un poco más hasta llegar a niveles de hace décadas.
No lo han conseguido. El rescate supone un auténtico fracaso de nuestro país, se mire como se mire y lo pinte como lo pinte el presidente, su ministro de economía y toda la caverna mediática que les acompaña. Esto no es un logro, no es una ayuda, no es una refinanciación inocente. Basta ya de eufemismos y de mentiras. Cien mil millones de euros (¡cien mil!) es una cifra astronómica que supera con creces los presagios más lúgubres, y supone una fortuna que el reino de España avala y, por tanto, tendrá que pagar. Es decir, exactamente igual que le ocurre a Grecia, Portugal o Irlanda tras sus rescates. Dejemos de poner paños calientes a lo que no tiene más nombre que el que tiene.
Respecto al presidente del gobierno, puede que su conciencia esté tranquilísima (acabo de ver su conferencia de prensa y el señor está más relajado que su estatua del museo de cera), pero su actitud resulta sencillamente inadmisible. No puede ser que ayer no fuera capaz de dar la cara y enviase al inefable Guindos a soltar memeces por televisión y a negar las evidencias una y otra vez. Tuvimos que enterarnos por un teletipo de la agencia Reuters de que se iba a producir el rescate, mientras el gobierno lo negaba el viernes con una persistencia inaguantable. A Berlín tenemos que ir hoy para saber qué ocurre en España, porque desde luego carecemos de información fiable dentro de nuestras fronteras. Y mientras tanto, Rajoy tan feliz y sonriente, diciendo barbaridades como que esto de la "ayuda financiera" será magnífico para nuestra economía, que es un gran logro para nuestro país porque ahora va a fluir el crédito cosa fina y que como ya está todo arreglado, se va al fútbol a ver a España mientras este país se pudre. Así. Con sus dos cojones. Lean la cita, que no tiene desperdicio: "Me voy a la Eurocopa porque se ha resuelto la situación, la pena es que me perderé el partido de Nadal".
Porque no se preocupe nadie, que aquí mañana no va a hablar nadie acerca de la economía, de cómo demonios vamos a devolver (y con qué intereses) el "préstamo" europeo o de cómo diablos vamos a reconstruir nuestro país cuando ahora, ya sí que sí, las normas vienen dictadas sin ningún tipo de tapujos desde Bruselas. No, mañana aquí se hablará de Iniesta, Silva, Nadal y de la madre que los trajo a todos, con perdón para ellos porque no tienen culpa de esta infame manipulación.
Y usted disfrute del partido, señor Rajoy, y siga con su estrategia del pan y circo, que aquí nos tendrá a todos aborregados y dóciles para decirle que sí a todo y aplaudirle por el ingenio, labia y capacidad de liderazgo que nos demuestra día a día, y que tan buenos frutos nos está dando. Y aúpa España, que es lo que importa.
Y usted disfrute del partido, señor Rajoy, y siga con su estrategia del pan y circo, que aquí nos tendrá a todos aborregados y dóciles para decirle que sí a todo y aplaudirle por el ingenio, labia y capacidad de liderazgo que nos demuestra día a día, y que tan buenos frutos nos está dando. Y aúpa España, que es lo que importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario