martes, 21 de febrero de 2012

Permítanme un breve desahogo


Hoy nuestro presidente del gobierno ha recalcado, en un encuentro con el primer ministro David Cameron, que las imágenes que se están produciendo estos días a propósito de las manifestaciones de estudiantes y la represión posterior por parte de las fuerzas policiales no son apropiadas porque “No podemos dar esta imagen de España”. Y por una vez, y sin que sirva de precedente, no puedo estar más de acuerdo con este señor. La imagen de las fuerzas de seguridad aporreando a manifestantes pacíficos no se debe repetir nunca más.


Desde el gobierno apuntan teorías conspiratorias de la izquierda para alterar el orden público, ya sea con motivo de la reforma laboral, las cargas policiales de ayer en Valencia contra los estudiantes o el que sea. Cualquier excusa vale, como ha recordado la ínclita Rita Barberá, para que la izquierda cumpla sus objetivos. Y del mismo modo que los trabajadores con nómina pagamos los platos rotos de la reforma laboral, enfrentados a los parados por arte y gracia del mismo gobierno que premia a los empresarios, ahora resulta que la culpa de que la policía cargue sin motivo alguno contra “el enemigo” (palabras literales del jefe de policía encargado de todo el asunto) la tiene la izquierda, la dirección del viento o la alineación de los planetas, que para el caso...


Parece mentira que en un estado democrático se permitan actos de violencia verbal y física como los que estamos viviendo estos días. A los ciudadanos no se nos permite poner en cuestión las decisiones del Tribunal que ha condenado al juez Garzón porque estamos "atacando a la democracia"; no podemos manifestarnos para protestar por una reforma que es un disparate, que sus propios creadores afirman que no va a crear empleo, porque entonces estamos negando lo que es "justo y bueno" para (una parte de) España; los ciudadanos no podemos protestar tampoco por las reformas en educación porque, como ha dicho el señor Gallardón, las fuerzas de seguridad se pueden sentir atacadas y, en justicia, cargar para protegerse. ¿Qué nos queda a los ciudadanos, entonces? Pues según el gobierno, agachar la cabeza y decir que sí a todo, no protestar ni elevar la voz no sea que allá en Europa vayan a tener mala imagen de nosotros, solo faltaba, y ahogarnos en esa estúpida retórica de abrocharse el cinturón, arrimar el hombro y no sé cuántas tonterías más. Y todo esto, claro está, mientras los recortes en derechos sociales, que tanto nos había costado obtener del poder político, continúan a un ritmo tan imparable como la destrucción del empleo. No sé ustedes, pero a mí me parece una vergüenza estar gobernados por semejante atajo de incompetentes.


Ah, y he dejado para el final el mejor argumento de todos: la no menos excelente que los anteriores Dolores de Cospedal ha soltado la perla de que las decenas de miles de manifestantes de los últimos días en las ciudades más importantes del país por estos más que justificados motivos no superan a los millones de votantes del PP, y por tanto no merecen ser escuchados. Se deduce de ello que cuando sean once millones más uno, entonces ya sí habrá motivos para escuchar al pueblo. Me perdonarán el desahogo, pero es que hay que joderse.

1 comentario:

Yékov dijo...

Nos hablan de austeridad, bien, pues un depósito de gasolina para mantener la calefacción de un colegio en Valencia sale en torno a 1500 euros al mes, mientras que pagar a los policías que se ensañaron contra los manifestantes de la semana pasada oscila en torno a los 22.500 euros. Algo falla.