sábado, 7 de junio de 2014

Cinefórum (39): X-Men: Días del Futuro Pasado



Si hay una franquicia que tiene todo el derecho a seguir dando la tabarra con esto del cine de súper héroes es, sin duda, X-Men. Las dos primeras entregas, dirigidas en 2000 y 2003 por Bryan Singer, dieron un auténtico revolcón a un género al que buena falta le hacía una dosis de vitalidad tras los descalabros noventeros del hombre murciélago. Divertidas, directas, plagadas de buenos efectos especiales y con un reparto sencillamente antológico que lanzó al estrellato a Hugh Jackman, Halle Berry o Ian McKellen entre muchos otros, tanto X-Men como X2 establecieron un patrón que, con mayor o menor fortuna, ha seguido después casi medio centenar de películas en poco más de una década.

Quizá víctima de su propio éxito o del abandono de Singer para hacer aquel engendro llamado Superman Returns (2006), lo cierto es que la saga de la patrulla X entró en un declive evidente con sus siguientes entregas. Tanto La decisión final (2006), tercera parte de la trilogía original, como ese extraño y fallido experimento de spin-off llamado Orígenes: Lobezno (2008), estuvieron a punto de dar al traste con la franquicia al completo. Al margen de malograr buena parte de las tramas y de las bases sentadas por las dos primeras entregas, se notó una evidente falta de frescura y de rostros nuevos, justo lo que aportó Primera Generación (2011), que nos contaba los orígenes del profesor Xavier, Magneto y Raven (o mística), tres de los personajes clave de la saga, con las más que acertadas elecciones de James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. Todo un soplo de aire fresco que devolvió la tranquilidad a los fans y los preparó para el mega proyecto que la Marvel y la 20th Century Fox tenían reservados en el siguiente paso: nada menos que un híbrido entre las cintas originales de Singer y esta nueva etapa.

Precisamente Días del Futuro Pasado, la cinta que nos ocupa, actúa como película puente entre ambas líneas temporales. Técnicamente es una secuela de Primera generación, pero al incluir a buena parte del reparto original en papeles secundarios o cameos, nos vincula con ese inicio de la saga y se permite, además, el lujo de corregir, pulir y sanar las muchas heridas de La decisión final, resolviendo prácticamente todos los cabos sueltos que dejó la olvidable cinta de Brett Ratner: por una vez, y sin que sirva de precedente, el tema de los viajes en el tiempo está justificado, si es para deshacer semejante entuerto.

Tomando como base la saga de cómics del mismo nombre, la historia nos plantea un futuro apocalíptico en el que tanto los mutantes como el resto de la humanidad están abocados a su extinción. Únicamente Lobezno, en un viaje tan enrevesado como, por otro lado, bien resuelto, es capaz de prevenir semejante futuro ocupando el lugar de su "yo" de 1973, tratando de unir los destinos de Magneto, Xavier y Raven y de resolver los muchos asuntos pendientes que quedaron de Primera Generación. A partir de ahí, y con personajes de una y otra sagas haciendo alarde de sus muchos poderes, el espectáculo está servido.

No creo que ningún fan de la saga se sienta decepcionado con una película tan directa, reparadora y plagada de momentos épicos y guiños de humor como esta. El protagonismo coral con la base, siempre sólida, que aporta Jackman, le viene de perlas a una historia a la que quizá solo se le puede achacar un exceso de duración en su tramo final y algunas decisiones más que cuestionables acerca de ciertos personajes (como por ejemplo esos mutantes de poderes nada inspirados, que bien podrían no haber estado o el personaje de nuestro querido Tyrion Lannister, Peter Dinklage, algo desnortado entre tanto gen X). No obstante, y entiendo que esto es algo totalmente subjetivo, mi mayor "pero" está en la dirección artística, tanto en los escenarios del futuro (y en concreto, esa China de cartón piedra que ocupa buena parte de la trama futura) como, y aquí sí que duele, en los centinelas. Unos personajes tan icónicos (y tan esperados, pues a fin de cuentas no habían aparecido todavía en ninguna película) no se pueden resolver de esa manera tan pedestre, con ese diseño que les hace parecer una especie de robots-alien de andar por casa y, sobre todo, con esos penosos efectos CGI que no hay manera de creerse (algo todavía más doloroso cuando el resto de efectos sí están a la altura: es lo que tiene contratar a más de seis empresas diferentes para tal apartado). Para entendernos, es como si en Terminator fallara el diseño del robot o su ejecución técnica: nos impediría sentir la amenaza, el miedo que se supone debe inspirar este tipo de personajes, y que aquí fallan como una escopeta de feria. Menos mal que las versiones de 1973 son algo mejores, porque de lo contrario buena parte de la gracia de este rocambolesco futuro-pasado se iría al traste.

Dentro del apartado de buenas noticias hay que decir que al margen de su impecable factura técnica y sonora (vuelve el gran John Ottman a la banda sonora), Singer ha sabido compensar bien las virtudes de un reparto numeroso y lleno de actores ya consagrados que, en los casos de McKellen, Berry y Stewart no tienen los minutos que seguramente hubieran querido. En cualquier caso, este recorte de peso le viene bien a la trama, así como su lógica consecuencia: resultaba esencial devolverle a Lobezno el protagonismo que merecía tras su exclusión (lógica) de Primera Generación, así como darle más espacio al casting nuevo, con McAvoy, Fassbender y Lawrence a la cabeza. La trama entre estos jóvenes Xavier, Magneto y Raven es apasionante, mucho más de lo que dejaba entrever la trilogía original. También me parece un acierto la inclusión de Evan Peters como Quicksilver, que seguramente tiene la secuencia más espectacular y divertida de toda la película. Espero que en la siguiente entrega, ya confirmada bajo el título de X-Men: Apocalipsis, vuelva a honrar al personal con su vertiginosa presencia. 

Frente a las producciones de DC, donde siempre sus personajes clave (Batman, Superman) son héroes solitarios que deben lidiar con profundos complejos, problemas psicológicos y traumas, la fuerza de las producciones de Marvel radica en la multiplicidad de personajes, de puntos de referencia para que el espectador escoja aquel con quien más se sienta identificado. Y si bien esta película no llega, en mi opinión, al nivel de entretenimiento perfecto que es Los Vengadores, está muy por encima del resto de producciones de Marvel y, tan a la altura o mejor incluso, que aquellas dos lejanas cintas con las que Singer dio comienzo al festival de las mallas y las capas en el celuloide del nuevo milenio. 

En suma, las expectativas con Apocalipsis no podrían estar más elevadas, después del excelente sabor de boca que deja este esperado reencuentro entre una vieja guardia que recibe su merecido adiós y esa nueva a la que, entiendo, se debe añadir sí o sí para los próximos proyectos a Hugh Jackman, el auténtico personaje franquicia de Marvel (con permiso del Iron Man de Robert Downey Jr., claro).


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