La vida me ha llevado por sus grietas.
He visto las cadenas del ocaso
desatarse pacientes, paso a paso
de un camino de rotas marionetas.
La noche me ha enseñado su reflejo.
He visto cómo la muerte arañaba
la superficie helada que quedaba
a un palmo de mi rostro en el espejo.
Solo tu recuerdo sana estas heridas.
Tú me enseñaste que había valor
en este páramo del alma mío;
solo contigo he sentido la vida
sin grietas ni cadenas, al albor
de una mirada que conquistó el frío.
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