Para todos aquellos que todavía piensan que el cambio climático es una cantinela de científicos apocalípticos con ganas de notoriedad, el documental Home es una respuesta adecuada, contundente y precisa. Rodada en 2008 y 2009 en más de 54 países con unas cámaras aéreas con alta definición, el equipo de Yann Arthus-Bertrand pasó dieciocho meses a lomos de un pequeño helicóptero rodando cientos de horas de material. El objetivo era contribuir a ese despertar de conciencias que numerosos equipos de investigación científica y ONG's están denunciando desde hace años, con menor éxito del que sería deseable dado el calado del asunto.
Home está hecha desde un inmenso respeto al legado natural del planeta, con una calidad visual incuestionable y con una sabia elección de paisajes naturales y humanos, que van desde el Gran Cañón a la Antártida, pasando por el Amazonas, Argentina, diferentes regiones de África, Siberia, India y Australia, al tiempo que figuran en ella grandes megaurbes como Nueva York, Dubai, Los Ángeles, Mumbai, Tokio o Las Vegas, todas ellas siempre como ejemplo del desastroso empleo de los recursos energéticos que llevan al 20% de la población mundial a consumir el 80% de dichas reservas del planeta.
Acostumbrado como estoy a los sermones ecologistas de muchos de estos, sin duda bienintencionados, documentales, Home me aportó un poderío visual y musical que sinceramente no me esperaba. Lo primero que deslumbra es un tratamiento de imagen sin mácula, con unos desplazamientos de cámara suaves, fluidos y detallados que permiten recrear la vista como muy pocas veces se ha visto igual. Por otro lado, el modo en que se va desarrollando el montaje, con imágenes que remiten a los primeros tiempos del planeta, para terminar en los desmanes del hombre durante los últimos siglos y sus efectos, ya evidentes en diferentes zonas del planeta, me pareció adecuado y coherente con el espíritu del documental. Más cuestionable vi el texto en sí de la narración, a ratos pretencioso y a ratos condescendiente, que toma claro partido a favor de una visión ecológica, solidaria y justa de la relación entre el hombre y su entorno, pero que parece no tener muy claro, especialmente en el último tramo, si condena o salva a una humanidad capaz de lo peor y de lo mejor. No obstante, y al margen de la incoherencia que supone el hecho de que el proyecto esté financiado por una gran corporación de marcas de artículos de lujo (como Gucci, Balenciaga y otros muchos), el resultado final me parece positivo y por encima de la media en este tipo de producciones.
Otro problema que el espectador algo más informado del asunto puede encontrar es que precisamente esa perspectiva tan global del asunto pueda caer en datos demasiado generales, imprecisos o ya conocidos en muchos casos acerca de las enormes diferencias entre el primer y el tercer mundo o el peligro de extinción de las especies de medio mundo. Es un proyecto ambicioso que trata de llegar a un público amplísimo, y creo que por ahí podría encontrar una justificación esa falta de detalle que puede llegar a notarse. No me parece suficiente como para condenar un metraje que contó con la cuidadosa producción de Luc Besson (este hombre se mete en todos los líos, no sé cómo lo hará), cuyo equipo tuvo que seleccionar dos horas de un total de quinientas, con un resultado realmente ejemplar.
Puede que Home no sea el producto perfecto, plenamente altruista y global que pretendía su creador cuando la concibió, pero sí tiene suficientes virtudes y alicientes como para merecer un pase atento y reflexivo. A fin de cuentas, y por mucho que se empeñen los escépticos en el tema, los problemas que plantea bien lo merecen.
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