domingo, 13 de enero de 2013

Cinefórum (24): La noche más oscura


Mayo de 2011 nos pilló a todos bastante desprevenidos con el anuncio de la muerte de Bin Laden a manos de un grupo de fuerzas especiales de los Estados Unidos. La caza del mayor terrorista de todos los tiempos, el responsable principal de la masacre del 11-S y de una auténtica ola de pánico global se produjo con rapidez y precisión de cirujano: tras descubrir su paradero en una fortaleza de Abbottabad y planificar la operación en el más absoluto secreto, un equipo de soldados se desplazó allí en helicópteros, asaltó la casa y acribilló al líder de Al Qaeda sin hacer una sola pregunta, para después trasladarlo ya sin vida y arrojarlo al mar según el rito musulmán. De todo ello no se difundió una sola imagen, ni una sola una fotografía que diera validez al relato que Obama transmitió por televisión, poniéndose así fin a una búsqueda que había tenido obsesionado no solo a la CIA, sino a su país entero y a buena parte del resto.

Cuando el anuncio de la muerte de Bin Laden se produjo, el equipo de Katherine Bigelow (galardonada solo un año antes con el Oscar a mejor directora por En tierra hostil, también vencedora como mejor película) se encontraba rodando una película precisamente sobre una operación fallida para capturar al conocido terrorista, la batalla de Tora Bora, que tuvo lugar en 2001. Hubo que cambiar buena parte del guión a toda velocidad y, lo más importante, la producción y rodaje del desenlace de una película que de pronto se veía invadida (aún más) por toda una dosis de realidad. Por suerte, buena parte del trabajo de documentación llevado a cabo por el equipo de producción del filme pudo ser reutilizado, con testimonios de primera mano de militares y expertos en terrorismo a los que tuvo acceso el productor y guionista de la película, Mark Boal. Tal ha sido el impacto de la cinta en Estados Unidos que el Congreso ha abierto una investigación a la CIA por presuntas filtraciones a los productores del filme, que por lo visto revela detalles clasificados tanto de la operación como de los preparativos.

La película supone un paso hacia adelante en la evolución de Bigelow hacia un cine a caballo entre el periodismo documental y la crónica de guerra, con la ventaja de que no se conforma únicamente con un magnífico envoltorio visual (como sí hizo Spielberg en Salvar al soldado Ryan, por ejemplo). La noche más oscura es una película angustiosa pero no maniquea; es neutral en la forma pero también en el fondo de una serie de cuestiones, como las torturas de los interrogatorios llevadas a cabo por la CIA en tiempos de la administración Bush, ausentes por completo de valoración. La película de Spielberg precisaba de personajes heroicos que dieran consistencia a una narración de buenos y malos, como los interpretados por Tom Hanks, Matt Damon o Vin Diesel, mientras que Bigelow pone en el ojo del huracán a una frágil mujer obsesionada con una pista que bien podría llevar a toda la CIA a un callejón sin salida en su más importante misión. La frialdad de Jessica Chastain en un papel sin concesiones de ninguna clase sostiene el ritmo de la cinta apoyada en secundarios tan notables como Jason Clarke, Kyle Chandler o Mark Strong, y mucho me temo que tras el imperdonable olvido por parte de la Academia de la actuación de Chastain en El árbol de la vida, ya va siendo hora de que se le haga justicia gracias a este papel, que borda con un estilo, una contención y una sobriedad que asustan.

En cualquier caso, y junto al excelente guión de Mark Boal (premiado también en su momento por En tierra hostil), el montaje de la película es ejemplar en su ejecución. Sus dos primeras horas se remontan a los sucesos del 11-S con una espeluznante selección de llamadas de socorro por parte de algunos trabajadores del World Trade Center, para a partir de ahí ir recopilando momentos significativos de los (escasos) progresos de la CIA en su búsqueda de Bin Laden y de los siguientes atentados terroristas, como el ocurrido en julio de 2005 en Londres. Los últimos cuarenta minutos están dedicados a la operación de caza de Bin Laden, con un sentido del ritmo y la tensión que tenían a todo el cine literalmente en vilo (algo aún más meritorio si se tiene en cuenta que el desenlace era de sobra conocido por todos). Y lo mejor de todo ello es que, al igual que la dirección de actores, el guión tampoco hace concesiones ni está lastrado por moralinas de ninguna clase, por lo que nos ahorra esos momentos para el sonrojo pro militares de los que hacen gala la mayor parte de las producciones bélicas del cine en la actualidad, tipo Black Hawk derribado o Cuando éramos soldados

El poderío visual y sonoro del filme es solo comparable a la fuerza de unas imágenes que rezuman realidad, verismo o como se quiera llamar por sus cuatro costados. Evidentemente habrá detalles maquillados por la ficción, eso se da por sentado, pero lo cierto es que la película funciona por méritos propios y se ve aupada a cotas aún mayores si se tiene en cuenta el cortísimo plazo de tiempo entre los sucesos y el estreno de una película que ha sabido tomar la distancia y perspectiva necesaria para contarlos ejemplarmente, como si se tratara de hechos acaecidos hace cincuenta años. El asalto a la fortaleza de Bin Laden es un bofetón de los mejores a todas esas barbaridades a las que nos acostumbran las superproducciones de explosiones y tiros a granel, con una realización impecable y una manera de afrontar los retos de la narración de semejante episodio que impacta precisamente por su ausencia de épica y su abundancia de sabor a realidad.

Ya me pareció que En tierra hostil era un compendio de aciertos de primera categoría y la disfruté como nunca, dada mi escasa afición por este género y la aversión a su temática en general; La noche más oscura es aún mejor, porque invita al espectador a contemplar una realidad mucho más compleja que la que se vende en las cavernas mediáticas de medio mundo y obliga a replantearse demasiadas preguntas incómodas acerca de esas decisiones que los señores de ahí arriba dicen que toman por nuestro mejor interés. Hacen falta más películas como esta, en definitiva, y más directoras como Bigelow con las narices (por no decir otra cosa) para llevarlas a buen puerto con un resultado tan espectacular.
























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