(Advertencia preliminar: la presente entrada profundiza en muchos de los detalles de la trama de esta película, por lo que se aconseja no leerla a menos que se haya visto primero la cinta).
Mucho se ha escrito ya sobre esta adaptación, y en especial este blog le ha dedicado particular atención a toda su particular trastienda, de modo que ahora toca centrarse en la película en sí. En líneas muy generales, la historia completa de El Hobbit (el libro) cuenta cómo un humilde y burgués personajillo llamado Bilbo Bolsón se une a una compañía de enanos liderados por Thorin escudo de roble y el mago Gandalf para recuperar un tesoro, custodiado por un malvado dragón en lo más profundo de la Montaña Solitaria. En su periplo Bilbo conocerá a una criatura llamada Gollum, cuyo anillo mágico, capaz de hacer invisible a quien se lo pone, cae accidentalmente en manos del hobbit y se convertirá en un elemento indispensable para ayudarle a adquirir una mentalidad abierta y aventurera. Como puede observarse por su trama se trata de un libro sencillo y de tono ligero y amable, una novela infantil breve que 17 años después conoció una secuela totalmente desproporcionada llamada El Señor de los Anillos, donde aquella humilde historia daba paso a todo un novelón épico con batallas, señores oscuros y anillos de poder que ha cautivado a cientos de generaciones del mundo entero.
Cuando a mediados de los 90 Peter Jackson se embarcó en el proyecto de adaptar el universo de Tolkien, tanto a él como a su equipo les pareció mucho más viable comenzar por la trilogía, por tener un carácter más comercial, a la vez que serio y trascendente (a fin de cuentas, su historia es acerca de la salvación del mundo, mientras que los hechos de El Hobbit apenas tienen repercusión para los bolsillos de unos cuantos personajes, y su único nexo real con la trilogía es el hallazgo del anillo, que bien podía contarse en un resumen al principio, como así ocurrió). No obstante, y como era de esperar, el monumental éxito de aquella adaptación en tres partes ha tenido una lógica continuación en forma de precuela, aunque para ello la maquinaria haya estado parada la friolera de 11 años. Y así, tras muchos cambios de director, montaje e incluso de división (en principio eran dos partes; ahora son tres) llegamos a Un viaje inesperado, la historia de Bilbo que al fin obtiene su ansiada adaptación al cine.
Quizá lo más adecuado sea establecer una premisa básica de partida: tengo la impresión de que el mayor o menor disfrute de esta cinta depende en exceso del tipo de público que acuda a las salas: para cualquier aficionado al universo de Tolkien, ya sea a sus libros como a sus adaptaciones al cine, El Hobbit es un premio a la paciencia y un festín audiovisual que recupera muchas de las virtudes de las que ya nos hizo disfrutar con anterioridad Peter Jackson en la trilogía: la factura técnica y artística es impecable, el ritmo es intenso y entretenido, los actores hacen un gran trabajo en líneas generales (especialmente Martin Freeman), los efectos digitales son intachables y la música es adecuada en todo momento, y en definitiva esto es lo mínimo que se le pide a este tipo de superproducciones. Sin embargo, quien no tenga especial simpatía por los orcos, elfos y enanos, puede que encuentre más reparos en esta cinta y habrá incluso quienes se aburran soberanamente o se vayan a sus casas en mitad de la proyección, como pude comprobar yo mismo el día del estreno.
En cualquier caso, y al margen de los sopores del personal no especializado o fanático, creo que es obligatorio comenzar con la máxima gran diferencia entre el libro y la película, porque determina prácticamente todo lo que viene a continuación. En el libro la búsqueda de los enanos era en realidad la de un tesoro que habían decidido recuperar, "robándoselo" al dragón que previamente se había hecho con él por medios bastante violentos. Bilbo era contratado como un ladrón más de un grupo de ladrones, así, literalmente. En la película, sin embargo, el propósito de los enanos es recuperar el abandonado reino de Erebor, con toda una trama de padres desdichados y malditos cuyo descendiente debe redimir heroicamente matando al infame dragón (todo mucho más trágico y shakesperiano, qué duda cabe). El tesoro sigue estando presente, faltaría más, pero ya no parece lo primordial, ya que a todo se le ha dado un barniz glorificador que afecta incluso a Bilbo, que en la película es catalogado como "saqueador", que siempre suena más digno que ladrón o ratero.
El segundo aspecto que me llamó la atención es el esfuerzo, evidente y notable, por dotar a esta historia de las máximas conexiones posibles con El Señor de los Anillos, algo que en el libro original no ocurría. Hay que recordar que toda la trama de Sauron y sus anillos se le ocurriría a Tolkien muchos años después de publicado El Hobbit, por lo que Peter Jackson se vio en la tesitura de ser fiel al libro o de ser coherente con su propia obra cinematográfica, y ha optado por esto último. Seguro que muchos fans se están rasgando ahora mismo las vestiduras, pero lo cierto es que toda la trama de Radagast y el Necromante, la fortaleza de Dol Guldur y las deliberaciones del consejo Blanco, extraídas de apéndices y notas del propio Tolkien más alguna que otra ayuda aquí y allá de los guionistas, le vienen fenomenal a una historia que necesita, también a mi juicio, establecer vínculos sólidos con lo que sucederá después.
Siguiendo con las diferencias con el libro, la tercera y no menos importante me parece que afecta a Bilbo, al que aquí se ha dotado de un carácter más épico (vean si no esa escena en la que atraviesa cabezas de huargos espada en mano, que en fin...). No me entiendan mal: la personalidad de Bilbo ha sido respetada en lo básico y, especialmente en el primer tramo de la película, es clavado al que yo tenía en mi recuerdo. Ahora bien, conforme se van sucediendo las aventuras y la relación con Thorin se va enturbiando (en esa oposición algo tópica entre el hombre temeroso y el héroe trágico a su pesar), Bilbo va ganando peso heroico hasta esa escena de los lobos que yo, sinceramente, veo un poco fuera de lugar. En la novela Bilbo adquiere volumen aventurero una vez que adquiere el anillo y descubre las posibilidades que, junto a su astucia, le brinda dicho artefacto. Sin embargo, en la película es más listo que el hambre ya desde la escena de los trolls (en el libro era Gandalf, y no Bilbo, el que los engañaba hasta la puesta de sol), y eso hace que su evolución dé algunos bandazos que en el texto de Tolkien resultaban más fluidos.
A esto puede contribuir, siendo comprensivos, el hecho de que esta primera película abarque únicamente los seis primeros capítulos del libro. Esto tiene otras consecuencias importantes, entre las que destaca una acumulación de carreras y persecuciones que a mí, sinceramente, me llegaron a saturar un poco en la montaña de los goblins. Sin embargo, el mayor disgusto (concursos de eructos al margen) me lo llevé con Azog, un orco que no sé muy bien de dónde narices sale y que parece que está colocado de forma muy conveniente para darle a Thorin un rival épico a su épica altura. En cualquier caso, tanto la trama de Azog como su arquetípica personalidad de bicho malvado y maloliente me pareció lo menos afortunado de todo el guión, aunque entiendo que la secuencia de los lobos resulta así más climática y emocional que en el libro, donde la compañía era asaltada por unos orcos que aparecían de un modo bastante aleatorio.
Lo que es innegable es que la película contiene un sentido del humor, un tono ligero y distendido y un "buen rollo" que El Señor de los Anillos no tenía ni de lejos. Hace tiempo que no disfrutaba tantísimo con una película, que no me reía tanto y para bien con las muchas bromas y los numerosos momentos en los que Bilbo enfrenta su óptica acomodada al bárbaro día a día de los enanos, permitiendo a Martin Freeman destacar por encima de todos con un talento para el humor incuestionable. Qué gran actor, y qué estupenda incorporación al universo cinematográfico de Tolkien, de verdad.
Dejo para el final a Gollum, cuya escena es con diferencia lo mejor de toda la película. Reencontrarse con este personaje, todo un hito en el cine de animación, y ver hasta qué punto se ha perfeccionado resulta tan asombroso como estimulante la interpretación de Andy Serkis, que se come la pantalla con cada intervención. El concurso de acertijos en la caverna tiene en la película la misma magia, el mismo encanto y más tensión aún que en el libro, lo que lleva a esta escena a coronarse sin dificultades. Qué lástima que aquí termine su papel en la obra (y espero que así sea, que nos conocemos, Jackson).
Cuando a mediados de los 90 Peter Jackson se embarcó en el proyecto de adaptar el universo de Tolkien, tanto a él como a su equipo les pareció mucho más viable comenzar por la trilogía, por tener un carácter más comercial, a la vez que serio y trascendente (a fin de cuentas, su historia es acerca de la salvación del mundo, mientras que los hechos de El Hobbit apenas tienen repercusión para los bolsillos de unos cuantos personajes, y su único nexo real con la trilogía es el hallazgo del anillo, que bien podía contarse en un resumen al principio, como así ocurrió). No obstante, y como era de esperar, el monumental éxito de aquella adaptación en tres partes ha tenido una lógica continuación en forma de precuela, aunque para ello la maquinaria haya estado parada la friolera de 11 años. Y así, tras muchos cambios de director, montaje e incluso de división (en principio eran dos partes; ahora son tres) llegamos a Un viaje inesperado, la historia de Bilbo que al fin obtiene su ansiada adaptación al cine.
Quizá lo más adecuado sea establecer una premisa básica de partida: tengo la impresión de que el mayor o menor disfrute de esta cinta depende en exceso del tipo de público que acuda a las salas: para cualquier aficionado al universo de Tolkien, ya sea a sus libros como a sus adaptaciones al cine, El Hobbit es un premio a la paciencia y un festín audiovisual que recupera muchas de las virtudes de las que ya nos hizo disfrutar con anterioridad Peter Jackson en la trilogía: la factura técnica y artística es impecable, el ritmo es intenso y entretenido, los actores hacen un gran trabajo en líneas generales (especialmente Martin Freeman), los efectos digitales son intachables y la música es adecuada en todo momento, y en definitiva esto es lo mínimo que se le pide a este tipo de superproducciones. Sin embargo, quien no tenga especial simpatía por los orcos, elfos y enanos, puede que encuentre más reparos en esta cinta y habrá incluso quienes se aburran soberanamente o se vayan a sus casas en mitad de la proyección, como pude comprobar yo mismo el día del estreno.
En cualquier caso, y al margen de los sopores del personal no especializado o fanático, creo que es obligatorio comenzar con la máxima gran diferencia entre el libro y la película, porque determina prácticamente todo lo que viene a continuación. En el libro la búsqueda de los enanos era en realidad la de un tesoro que habían decidido recuperar, "robándoselo" al dragón que previamente se había hecho con él por medios bastante violentos. Bilbo era contratado como un ladrón más de un grupo de ladrones, así, literalmente. En la película, sin embargo, el propósito de los enanos es recuperar el abandonado reino de Erebor, con toda una trama de padres desdichados y malditos cuyo descendiente debe redimir heroicamente matando al infame dragón (todo mucho más trágico y shakesperiano, qué duda cabe). El tesoro sigue estando presente, faltaría más, pero ya no parece lo primordial, ya que a todo se le ha dado un barniz glorificador que afecta incluso a Bilbo, que en la película es catalogado como "saqueador", que siempre suena más digno que ladrón o ratero.
Siguiendo con las diferencias con el libro, la tercera y no menos importante me parece que afecta a Bilbo, al que aquí se ha dotado de un carácter más épico (vean si no esa escena en la que atraviesa cabezas de huargos espada en mano, que en fin...). No me entiendan mal: la personalidad de Bilbo ha sido respetada en lo básico y, especialmente en el primer tramo de la película, es clavado al que yo tenía en mi recuerdo. Ahora bien, conforme se van sucediendo las aventuras y la relación con Thorin se va enturbiando (en esa oposición algo tópica entre el hombre temeroso y el héroe trágico a su pesar), Bilbo va ganando peso heroico hasta esa escena de los lobos que yo, sinceramente, veo un poco fuera de lugar. En la novela Bilbo adquiere volumen aventurero una vez que adquiere el anillo y descubre las posibilidades que, junto a su astucia, le brinda dicho artefacto. Sin embargo, en la película es más listo que el hambre ya desde la escena de los trolls (en el libro era Gandalf, y no Bilbo, el que los engañaba hasta la puesta de sol), y eso hace que su evolución dé algunos bandazos que en el texto de Tolkien resultaban más fluidos.
A esto puede contribuir, siendo comprensivos, el hecho de que esta primera película abarque únicamente los seis primeros capítulos del libro. Esto tiene otras consecuencias importantes, entre las que destaca una acumulación de carreras y persecuciones que a mí, sinceramente, me llegaron a saturar un poco en la montaña de los goblins. Sin embargo, el mayor disgusto (concursos de eructos al margen) me lo llevé con Azog, un orco que no sé muy bien de dónde narices sale y que parece que está colocado de forma muy conveniente para darle a Thorin un rival épico a su épica altura. En cualquier caso, tanto la trama de Azog como su arquetípica personalidad de bicho malvado y maloliente me pareció lo menos afortunado de todo el guión, aunque entiendo que la secuencia de los lobos resulta así más climática y emocional que en el libro, donde la compañía era asaltada por unos orcos que aparecían de un modo bastante aleatorio.
Lo que es innegable es que la película contiene un sentido del humor, un tono ligero y distendido y un "buen rollo" que El Señor de los Anillos no tenía ni de lejos. Hace tiempo que no disfrutaba tantísimo con una película, que no me reía tanto y para bien con las muchas bromas y los numerosos momentos en los que Bilbo enfrenta su óptica acomodada al bárbaro día a día de los enanos, permitiendo a Martin Freeman destacar por encima de todos con un talento para el humor incuestionable. Qué gran actor, y qué estupenda incorporación al universo cinematográfico de Tolkien, de verdad.
Dejo para el final a Gollum, cuya escena es con diferencia lo mejor de toda la película. Reencontrarse con este personaje, todo un hito en el cine de animación, y ver hasta qué punto se ha perfeccionado resulta tan asombroso como estimulante la interpretación de Andy Serkis, que se come la pantalla con cada intervención. El concurso de acertijos en la caverna tiene en la película la misma magia, el mismo encanto y más tensión aún que en el libro, lo que lleva a esta escena a coronarse sin dificultades. Qué lástima que aquí termine su papel en la obra (y espero que así sea, que nos conocemos, Jackson).
La película me pareció, en suma, un compendio de aciertos mayores y desaciertos menores que no empañan un resultado muy bueno, que cumple todo lo que prometía aquel fabuloso tráiler estrenado ahora hace un año. Me resultó muy entretenida, divertida, a ratos emocionante y fenomenalmente hecha, y sin embargo... Sin embargo, me veo en la obligación de reconocer que no salí con el mismo entusiasmo que cuando vi La comunidad del anillo. Sinceramente, el 90% de lo que vi en pantalla me resultó visto y oído anteriormente, y con ello no me refiero a la Comarca o Rivendel. El aire de familiaridad con la primera película era muy pesado, y a ello no ayuda precisamente un prólogo que parece una versión menor del de Galadriel relatando la caída de Sauron y el origen del anillo único, o esa innecesaria escena entre Frodo y el viejo Bilbo, o esa estructura que parece casi idéntica a la de la Comunidad, con el planteamiento, inicio del viaje, parada élfica intermedia y aventurillas finales abiertas con tinte cuasi trágico (¿a qué viene esa amenaza de matar a Thorin por parte de Jackson, por cierto?). La partitura de Howard Shore no destaca como sí hacía en su primera incursión en la Tierra Media (y Neil Finn no es Enya, para qué vamos a engañarnos), pero sobre todo me faltó dimensión épica en los momentos que sí debían haberlo sido (y con ello me refiero a épica de verdad, no esa forzada que intenta Thorin en cada plano, al que parece que han tenido que convertir en la versión de metro y medio de Aragorn, cuando en el libro no era así ni maldita la falta que hacía). Yo precisamente quería olvidarme de la trilogía precedente y entrar con ganas de disfrutar de aire fresco, y resulta que he sentido justo lo contrario, como si me obligaran a rememorar La Comunidad a cada paso del camino, con la lógica decepción resultante de una comparación injusta e innecesaria. No era ésa desde luego mi expectativa inicial, ni creo que la de mucha gente que critica, y con razón, el resultado algo desigual de esta cinta.
Quizá el mayor problema de El Hobbit es que, aunque ni el público general ni los fans lo demandaran así, Peter Jackson sintió una sombra demasiado alargada de su obra anterior, y para no alejarse de la senda del éxito ha terminado por forzar una maquinaria que se resiente de todo ello. Es evidente que la intención es buena, la de mantener el tono visual y narrativo en toda la saga, y ello no quita para que Un viaje inesperado sea una buena película de aventuras, pero me preocupa que esto se les vaya de las manos en las próximas secuelas porque ni el material original es tan bueno como el de las trilogías ni da para tanto. Jackson se juega mucho en la siguiente entrega de esta saga, porque es evidente que se ha guardado muchas cartas (entre las que destaca por encima de todas el dragón Smaug, apenas atisbado en esta). Veremos. De todas formas, sigo creyendo que hacer una trilogía de una narración tan breve es un error, se mire por donde se mire, y de verdad confío en que La desolación de Smaug, prevista para diciembre de 2013, me demuestre lo contrario.
P.D: No he hecho alusión al cansino tema de los formatos de la película, aunque lo cierto es que hay para aburrir (3-D, 2-D, 24 fps, 48 fps, versión original, doblada, etc.). En mi caso, vi la película en 3-D y en 24 fps, y disfruté de una calidad de visionado excepcional y muy, muy recomendable.
P.d2: (Actualización del 4 de enero de 2013): He podido ver al fin la película en el dichoso formato de los 48 fps, y debo decir que me ha sorprendido, y para bien. Es, con diferencia, la mejor versión posible de todas, con una fluidez y un nivel de detalle que mejoran mucho las demás opciones, algo que sinceramente no me esperaba. Todos los movimientos de cámara ganan en definición, y a esta velocidad el efecto en 3-D realza todavía más las muchas virtudes visuales de la película. Todo un acierto, sin duda.
Quizá el mayor problema de El Hobbit es que, aunque ni el público general ni los fans lo demandaran así, Peter Jackson sintió una sombra demasiado alargada de su obra anterior, y para no alejarse de la senda del éxito ha terminado por forzar una maquinaria que se resiente de todo ello. Es evidente que la intención es buena, la de mantener el tono visual y narrativo en toda la saga, y ello no quita para que Un viaje inesperado sea una buena película de aventuras, pero me preocupa que esto se les vaya de las manos en las próximas secuelas porque ni el material original es tan bueno como el de las trilogías ni da para tanto. Jackson se juega mucho en la siguiente entrega de esta saga, porque es evidente que se ha guardado muchas cartas (entre las que destaca por encima de todas el dragón Smaug, apenas atisbado en esta). Veremos. De todas formas, sigo creyendo que hacer una trilogía de una narración tan breve es un error, se mire por donde se mire, y de verdad confío en que La desolación de Smaug, prevista para diciembre de 2013, me demuestre lo contrario.
P.D: No he hecho alusión al cansino tema de los formatos de la película, aunque lo cierto es que hay para aburrir (3-D, 2-D, 24 fps, 48 fps, versión original, doblada, etc.). En mi caso, vi la película en 3-D y en 24 fps, y disfruté de una calidad de visionado excepcional y muy, muy recomendable.
P.d2: (Actualización del 4 de enero de 2013): He podido ver al fin la película en el dichoso formato de los 48 fps, y debo decir que me ha sorprendido, y para bien. Es, con diferencia, la mejor versión posible de todas, con una fluidez y un nivel de detalle que mejoran mucho las demás opciones, algo que sinceramente no me esperaba. Todos los movimientos de cámara ganan en definición, y a esta velocidad el efecto en 3-D realza todavía más las muchas virtudes visuales de la película. Todo un acierto, sin duda.
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