jueves, 22 de noviembre de 2012

Polémicas en torno a Wii U (parte 1)



A pesar de la enorme expectación y de la gran cantidad de datos que han ido surgiendo en los últimos meses acerca del proyecto Wii U, he preferido esperar a tener una experiencia directa con la consola para hablar largo y tendido sobre ella. Dicha experiencia llegó el sábado 17 de este mismo mes, en un acto celebrado en un céntrico hotel de Madrid en el que Nintendo presentó en sociedad su nueva y flamante consola de sobremesa, junto con todo el catálogo de juegos que estarán disponibles desde el día de lanzamiento (y alguno más que aparecerá poco después). Voy por orden, y así no me pierdo:

1.- La Potencia. Lo primero que me llamó la atención es el modo en que Nintendo ha tomado nota de prácticamente todo lo que en su momento se criticó de su anterior proyecto, del que hereda algo más que el nombre, como luego veremos. Para empezar, y al margen de una alta definición que ya era hora de que llegara, los datos técnicos aseguran que estamos ante una potencia cerca de tres veces superior a lo que es capaz de ofrecer hoy en día una PS3 o una XBOX-360, tal y como se espera de una consola de octava generación. Si en verdad es cierto, supondría una bofetada en la cara a todos aquellos fanáticos que llevan meses diciendo que en cuanto salgan las nuevas apuestas de Sony y Microsoft volveremos de nuevo a tener un desajuste técnico notable respecto a Nintendo. El hecho de que la línea de lanzamiento actual no supere lo visto en otras consolas se debe, por lo visto, a que son conversiones directas de dichos juegos y que el tiempo se ha invertido en las funciones específicas del gamepad, por lo que el potencial de Wii U estaría aún muy lejos de explotarse. 

2.- Los juegos de Nintendo. En general, lo cierto es que ningún juego me sorprendió en absoluto tanto en aspectos técnicos como en los jugables, y eso es algo que no recuerdo haber sentido jamás con un nuevo lanzamiento por parte de Nintendo. Aún recuerdo el asombro de Mario 64 en su momento, de la potencia o la personalidad de juegos como Rogue Leader o Luigi's Mansion para Gamecube o de la sorpresa ante el control de movimientos de Wii. Nada de eso he sentido con Wii U, ya sea porque me recuerda en exceso a lo anterior o porque aún está demasiado cerca de lo visto en la séptima generación. Y que esto ocurra con juegos de compañías externas tiene un pase, pero que ni uno solo de los juegos de la propia Nintendo me llame la atención me parece una muy mala señal. Nintendoland es divertido y curioso, eso nadie lo duda, pero no creo que llegue ni siquiera a la categoría de juego y debería venir incluido con la consola por defecto, como ocurría con Wii Sports, y no como un juego aparte que cuesta 60 euros (lo del aumento del precio general de los juegos tampoco lo entiendo, aunque ese es tema para otro debate). El nuevo Mario en 2D me provoca una sensación de dejà vu alarmante, por buenas que sean algunas sensaciones que provoca, y no dejo de pensar que estamos ante un título ciertamente menor que no aporta absolutamente nada a una franquicia demasiado explotada, por mucho que se empeñen en venderme lo contrario. Respecto a Pikmin 3, que saldrá unos meses más tarde, me dejó perplejo la escasez de novedades que presenta frente a sus precuelas, que ya tienen diez años, pero sobre todo me dejó a cuadros que no hiciera uso del Gamepad en absoluto, cuando se supone que ahí, por encima de todo, está la gracia de la nueva consola. 

3.- El gamepad. Hay que hacer aquí mención aparte al mando de Wii U, sin duda el elemento fundamental de todo el asunto y que ha copado un protagonismo excesivo (tanto es así que no sabría decir muy bien cómo era la consola en sí, la verdad). Para empezar, el gamepad es un mando enorme, tipo tableta pero lleno de botones, gatillos y con una pantalla táctil que supuestamente va a revolucionar la industria con infinidad de posibilidades como el ya cansino concepto del juego asimétrico (que consiste en un juego simultáneo de cinco jugadores, uno de los cuales maneja el mando especial con información privilegiada y otras opciones de juego diferentes al resto, que controla la partida con mandos tradicionales de Wii). Francamente, no encontré un solo juego en todo el evento que, aparte de Raymand Legends, fuera más allá de mostrar mapas y aplicaciones bastante pobres en la pantalla secundaria. Respecto al mando en sí, me pareció ligero pero no cómodo, algo barato en su producción y, sinceramente, no me veo jugando a un juego tradicional con semejante catafalco en mis manos. Tanto el mando de PS3 como incluso los de Wii me parecen mucho más cómodos e intuitivos pero, como siempre, habrá que esperar para sacar conclusiones definitivas. De momento, en una primera impresión no tuve la sensación de que fuera más allá de una extensión de sobremesa de las funciones de DS con su doble pantalla, lo cual incluye las ya tradicionales cámaras, micrófono, giroscopio, etc. Tampoco entiendo bien a santo de qué Wii U tiene tantos mandos (el gamepad, los de Wii, el llamado pro controller...); sinceramente, genera confusión y no termino de tener claro con cuál habré de jugar en tal o cual juego o si es mejor con unos que con otros. 


4.- Los juegos third parties. Respecto al catálogo de lanzamientos, no entiendo en absoluto la protesta generalizada de un sector del público. Resulta que llevamos años criticando que Wii no tiene juegos más allá de los que ofrece la propia Nintendo, y ahora Wii U sale con absolutamente TODOS los imprescindibles del año (y algunos del año pasado), ¿y también nos quejamos? ¿De verdad a alguien le puede molestar que en un catálogo inicial haya joyas como Batman: Arkham City, Mass Effect 3, Darksiders 2, Black Ops II, NBA 2K13, Assassin's Creed III, Tekken Tag Tournament 2, Ninja Gaiden 3 o FIFA 13, entre otros muchos? (Y que nadie me diga que FIFA 13 es en realidad una versión de FIFA 12 porque, lo siento mucho, desde FIFA 09 todos son ligeras variaciones sobre el mismo motor gráfico y de juego). Todos los géneros sin excepción están cubiertos por propuestas consideradas triple A en la séptima generación, de apenas meses en el caso de los más antiguos o incluso simultáneos en cuanto al lanzamiento respecto de sus versiones de PS3 o Xbox 360. Jamás ha habido una consola que salga con tal cantidad de juegos de semejante calibre (vean si no la línea de lanzamiento de Wii, que a excepción de Zelda: Twilight Princess, era para llorar o la de Gamecube, que a excepción de los dos títulos ya citados, solo salió con apenas 10 más de una ínfima calidad; Wii U tiene 30 juegos de salida de los cuales, por lo menos la mitad, son grandísimos juegos). De todos los aspectos mencionados hasta el momento, este fue el más satisfactorio y el que confirma que Nintendo tiene la intención de recuperar como sea al público hardcore que había perdido en la anterior generación. (No he mencionado Zombi U con toda la intención, que conste: me pareció un juego bastante pobre que no está a la altura, ni por sus gráficos ni por sus posibilidades, de la expectativa tan inmensa que había levantado).

5.- La gran ausencia. Cuando salí del evento y compartí impresiones con el resto de visitantes, tuve la sensación de ser el único que se iba con una cierta sensación de vacío. Acostumbrado a que los lanzamientos de Nintendo lleguen siempre acompañados de un bombazo que nos deslumbra a todos, me fui de allí con la sensación de que la compañía japonesa nos quería vender antes la consola que los juegos. Es algo que ya me sucedió con la portátil 3DS, que hasta bien entrado su primer año de vida no conoció lanzamientos potentes como Mario 3D Land, Mario Kart 7 o RE: Revelations, y que no había ocurrido antes. Cuando N64 salió al mercado se vendió como la herramienta para jugar a Mario 64 y ya desde el primer día se daba información del ansiado Ocarina of Time. Lo mismo sucedió con Gamecube, que conoció una borrachera de juegos de calidad en sus apenas cuatro años de vida y que desde el mismo inicio nos ponía los dientes largos con anuncios como las exclusivas de Resident Evil, por ejemplo. No me olvido tampoco de Super Nintendo, que de salida llegó ni más ni menos que con dos obras maestras: Super Mario World y, muy especialmente, Street Fighter II. Ésa es la estrategia más acertada, a mi juicio: una consola no puede deleitarse únicamente en su excepcionalidad técnica, siempre sujeta al duro trato del tiempo, sino a lo que ofrece como sistema de entretenimiento, y eso solo se consigue con juegos. Es cierto que hay grandes juegos de salida, pero a mí me faltó ese gran juego de Nintendo, exclusivo de verdad, que ponga los dientes largos a toda la competencia y marque el camino como lo hicieron en el pasado tantos otros juegos de la gran N. Es evidente que Nintendo está trabajando en sus grandes franquicias y que dentro de poco sabremos más de Mario, Link y compañía, pero lo cierto es que ahora mismo ese casillero yo lo siento vacío, y muy vacío.

En cualquier caso, el mes próximo podré hacer una entrega basada en más horas de juego y con datos más concretos sobre algunos de los primeros juegos.

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