Acabo de conocer, con sorpresa y alegría, que el gobierno de la Comunidad de Madrid ha dado marcha atrás en su proyecto de convertir el Hospital de La Princesa en un centro especializado para mayores de 75 años. Para que esto suceda ha sido necesaria una alarma social que ha provocado, entre otras muchas respuestas de diferente repercusión, una recogida de casi 370.000 firmas en contra del citado proyecto. El consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, con un estilo retórico un tanto peculiar, ha dicho que de ceder ante la presión popular, nada, que en realidad esto ya lo tenían previsto hacer así (en sus propias palabras, "No puede catalogarse como dar marcha atrás aquello que no había dado un paso adelante"). En fin...
En realidad, el Hospital de La Princesa es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor. Sí, es verdad que este centro cuenta con grandes especialistas, que atiende a cientos de miles de personas año tras año, con servicios y tratamientos que difícilmente encontrarían estos usuarios en otro lugar, y que su mantenimiento es una excelente noticia (a pesar de que dicho centro sufrirá un recorte de más de 20 millones de euros respecto al año anterior, casi nada). No obstante, esto no debe desviar la atención de un hecho que está asolando la sanidad pública del país y que, en el caso concreto de Madrid, adquiere unos tintes bastante siniestros.
A lo largo de los últimos seis años, la Comunidad ha inaugurado nueve centros hospitalarios, de los cuales seis van a pasar a ser gestionados por empresas privadas. Lo más interesante de todo esto es que dichos centros apenas contaban con personal sanitario, material o equipamiento, que en el colmo de los colmos iba de uno a otro para aparecer en la foto inaugural y era posteriormente trasladado para la siguiente. Ahora hay quien dice que esto es parte de un meticuloso plan de privatización que viene a sustituir al ladrillazo como forma de negocio masivo, y visto lo visto, puede que no le falte razón. En el otro bando, también con argumentos de peso, se sostiene que el deficitario sistema de sanidad pública sangra por sus muchas heridas y que es insostenible desde hace demasiado tiempo (solo en la comunidad de Madrid esta parcela se lleva casi un 40% de los presupuestos totales).
Lo que no es admisible, se mire por donde se mire, es que haya declaraciones como las de cierto político popular en las que afirma que los médicos "se quejan por quejarse". Es una falta de respeto inmensa a unos profesionales que, como les ocurrió el año pasado a los profesores, se están llevando palos por todas partes de la forma más miserable, y lo peor de todo es que sin razón alguna. De acuerdo con médicos del Hospital de El Escorial, a partir de abril del próximo año todo el personal no sanitario será despedido, como parte de un plan que terminará afectando irremediablemente al personal sanitario. La idea de centralizar laboratorios (nuevo y magnífico eufemismo para no decir la palabra "eliminar") supone, en el caso de La Princesa, pasar de 16 a 4 laboratorios. Eso implica necesariamente que tanto el personal que trabaja en dichos centros como los pacientes deberán ser asignados a laboratorios privados. Es así de sencillo.
Los ejemplos son dignos de llenar un libro, aunque para mí uno de los más llamativos es el siguiente: en abril de este mismo año se publicó un Real Decreto que, en una disposición adicional de medidas urgentes para la mejora del Sistema Nacional de Salud, decía lo siguiente:
«Disposición adicional decimosexta. Integración del personal funcionario al servicio de instituciones sanitarias públicas.
1. Los médicos, practicantes y matronas titulares de los servicios sanitarios locales que presten sus servicios como médicos generales, practicantes y matronas de los servicios de salud, y el resto del personal funcionario que preste sus servicios en instituciones sanitarias públicas, dispondrán hasta el 31 de diciembre de 2012 para integrarse en los servicios de salud como personal estatutario fijo. A tal fin, las comunidades autónomas establecerán los procedimientos oportunos.
2. En caso de que este personal opte por permanecer en activo en su actual situación, en los cuerpos y escalas en los que ostenten la condición de personal funcionario, las comunidades autónomas adscribirán a este personal a órganos administrativos que no pertenezcan a las instituciones sanitarias públicas, conforme a las bases de los procesos de movilidad que, a tal fin, puedan articularse.» (http://boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2012-5403)
Se lo traduzco, por si acaso: si usted decide renunciar voluntariamente a su plaza de funcionario y convertirse en "personal estatutario fijo" (signifique lo que signifique eso), puede seguir trabajando en su hospital. Si no, vamos a hacer con usted lo que nos dé la realísima gana (mandarle a la otra punta de España a pegar sellos, por ejemplo), que para eso somos el gobierno y usted un funcionario a nuestro servicio.
Obviamente, la oportuna llamada del colegio de médicos a quien correspondiera surtió el efecto deseado y, no por casualidad, el BOE del día siguiente modificaba esta disposición adicional decimosexta, que a punto estuvo de provocar una revuelta popular. En cualquier caso, que no fuera por intentarlo.
Si a todo esto le sumamos toda la polémica del copago sanitario o de la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes (no se pierdan la explicación de Ana Mato sobre el tema, que no tiene desperdicio), tenemos un fenomenal embrollo del que no parece haber una salida fácil. El proceso de privatización es, en palabras de los trabajadores de la sanidad pública, imparable, y nos va a llevar a un modelo de sanidad privado donde los que tengan más dinero tendrán más y mejor salud, sin la alternativa que hasta ahora ofrecía el sector público sanitario; la perspectiva económica que provocaría mantenerlo en las actuales condiciones, en palabras del gobierno, no haría sino ahondar en una crisis que, un año después de su llegada al poder, sigue firme y con visos de no moverse de donde está si no es a peor, por más brotes verdes que ahora se vean desde ciertos lugares y que tanto se criticaron en otros tiempos. Veremos.
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