Había un gran escritor que sostenía que el final de las historias era el que daba sentido al conjunto en sí mismo, que el desenlace debía tener tal poder catártico como para lograr que todo el proceso que había llevado al lector hasta ese punto cobrase su auténtica dimensión. Seguramente dicho escritor no estaría pensando en la que es, con diferencia, la trilogía más importante en la historia del cine con permiso de El padrino, una capaz de borrar el recuerdo de anteriores adaptaciones que, a ojos vista, ahora parecen subproductos de una calidad ínfima. En cualquier caso, nos vale dicha cita como punto de partida.
The Dark Knight Rises tenía la difícil papeleta de estar como mínimo a la altura de su predecesora, la casi perfecta El caballero oscuro. Muchos daban por imposible tal tarea por la compleja combinación de suspense, thriller y acción, con aquel Joker superlativo del difunto Heath Ledger dando cursos magistrales de villanía en cada escena. Muchos juzgaron que aquella película había agotado el filón y que cualquier cosa que llegara después sería juzgada con una justísima severidad, porque sería imposible superar los logros de aquella cinta.
Ajeno a toda esa polémica, el director, Christopher Nolan, quiso asegurarse de que la tercera entrega se correspondía con aquella filosofía del escritor del inicio de la entrada, y que no era simplemente una secuela que añadía más explosiones y tiros porque sí. Esta historia debía tener como norte principal precisamente su condición de epílogo, y su principal objetivo debía ser el de cerrar las tramas principales y cualquier posibilidad de seguir tirando del hilo hasta la extenuación, como había ocurrido antes cuando la franquicia estaba en peores manos.
Vayamos primero con algunas afirmaciones básicas, porque hay que establecer bien claro y desde el principio que TDKR es una grandísima película de acción, que está casi (casi) a la altura de su predecesora y que, en cualquier caso, supone el broche de oro a un evento cinematográfico y cultural sin precedentes en las últimas décadas. Su ritmo narrativo, una vez que establece las premisas básicas, es sencillamente soberbio, cada uno de sus numerosos personajes principales es pertinente en la historia y realiza grandes aportaciones a una saga plagada de grandes aciertos. Las coreografías de acción, la música, la fotografía, los actores… todas las piezas encajan con una armonía que, insisto, hacen palidecer de envidia a cualquier aspirante a este trono que Batman ocupa desde hace siete años con insolente regencia.
Respecto a los villanos, debo confesar que Bane me ha sorprendido, y para bien. De catwoman esperaba algo parecido a lo que me he encontrado (sensualidad, sofisticación y ambigüedad moral, bien por Anne Hathaway), pero lo de Bane es antológico. Es un personaje muy, muy bien trazado, con una profundidad que va mucho más allá del malvado que reparte mamporros sin más. Todo un acierto. Además de eso (atención, spoiler), las inclusiones de Thalia Al Gul y de Robin son increíblemente oportunas, y dan un sentido de cierre y renovación que otorga coherencia y frescura a la saga, un equilibrio que, de nuevo, se me atoja imposible en otras manos que no sean las de Nolan y su equipo.
Desde la memorable escena de la fuga aérea, pasando por la demolición de Gotham o la batalla final entre la policía y los reclusos, la película no da un solo respiro y, lo mejor de todo, nos permite ver el lado más débil y achacoso de un héroe al que antes dábamos por invencible, con momentos tan espectaculares como cuando vuela en el Batwing, una pasada a la altura del Tumbler o del Batpod de anteriores entregas. La pelea con Bane (las dos, en realidad), son de una brutalidad que provoca dolor en el espectador, con esa espalda rota que habrá hecho las delicias de los fans del cómic, y suponen al fin el desafío físico definitivo que Batman necesitaba, tras haber superado el intelectual al que le sometió Joker en la segunda parte. También en ese sentido, TDKR es el complemento perfecto de todo lo anterior.
Respecto al cómic original, Nolan se ha tomado muy pocas libertades, pero las que hay son tan acertadas como incontestables (la relación entre Bane y la Liga de las sombras, por ejemplo). En cualquier caso, para mí lo mejor es el desenlace, un ejercicio de equilibrismo del que hasta Peter Jackson podría aprender porque todas las tramas se cierran del modo en que tienen que cerrarse y cada personaje recibe exactamente lo que merece. (Atención, SPOILER) La despedida de Alfred y Bruce Wayne en Florencia, con una mirada llena de complicidad, o la ascensión de Robin como el nuevo Batman (el plano que cierra la película) son tan purificadoras para el espectador como necesarias, aunque nada compensa la tristeza de pensar que no habrá más entregas con las que deleitarse.
Quizá sea mejor así, con una despedida por todo lo alto, que al menos ahuyente durante varias décadas las tentaciones de Warner Bros o de quien sea de relanzar una franquicia que a mí, sinceramente, me parece imposible que se pueda mejorar en ningún aspecto técnico, interpretativo o de fidelidad a las fuentes originales.
Qué gran película, en definitiva, pero sobre todo, qué gigantesca trilogía.
2 comentarios:
Definitivamente las mejores peliculas de batman nunca antes vistas estas de Christopher Nolan. El final de la tercera entrega puede sin embargo interpretarse de otra manera: podriamos creer que el final de la trilogia nos muestra la anhelada estabilidad de Wayne luego de tormentosos ascensos miedos y caídas y la ayuda que recibirá de Robin es lo que se esperaría como parte de la trama, pero sin el retiro de Batman aunque se haya declarado a Bruce Wayne como muerto. Eso es lo que concluí al ver el final. Y me sinto complacido de desde esta interpretación.
Hola nacho soy miki y en resumen jajajaja es buena peli :)que tal?
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