Déjate llevar, niña de mis ojos,
por este dulce sueño que te embarga;
déjate llevar, niña, que ya el alba
volverá a barnizar de luz tu rostro.
Sea tu sueño calma en conciencia
de quien se sabe amada por todos,
sean tus guías del sueño los nodos
que enlazan la ilusión y la inocencia.
Deja que te mire, ángel claroscuro,
deja que te mezca, ninfa del tiempo,
déjame velar ese sueño tan puro;
déjate llevar, rosa de los vientos,
que ante ti se abre espléndido el futuro
cual arte naciente en un nuevo lienzo.
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