viernes, 20 de noviembre de 2009

Top 2: Super Mario 64



1996 será recordado siempre como el año en que los videojuegos pasaron una página general de su historia para abrir una nueva, es decir, la que va de las dos a las tres dimensiones. Conceptos como la cámara en manos del jugador, los polígonos o los mapas en 3-D pronto se convertirían en el día a día de unos jugadores cada vez más acostumbrados a dar por sentadas maravillas técnicas que antes eran impensables.


De todos ellos, sin lugar a dudas hay un juego que destaca por méritos propios, y que supone el mayor avance en la historia de este sector, una verdadera revolución técnica y jugable que rompió esquemas, creó géneros y sentó cátedra sobre cómo se debían hacer las cosas en las décadas siguientes. Me estoy refiriendo, claro está, al clásico Super Mario 64, la aventura más premiada y reconocida de las protagonizadas por el orondo fontanero de Nintendo.


Sigheru Miyamoto, el padre de la criatura, se las vio y se las deseó para sacar adelante un proyecto que parecía que sólo él tenía en mente. Hicieron falta cuatro años de programación, rediseñar por completo el mando de la consola para adaptarlo a las necesidades del juego (algo inédito en la historia de los videojuegos), y un intercambio de ideas tan fructífero como necesario con el otro gran grupo programador de la compañía, enfrascado en sacar adelante la entrega de la saga Zelda para N64, para que finalmente SM64 pudiera llegar a tiempo de desembarcar junto con la consola (Zelda: Ocarina of Time, aún necesitaría dos años más de producción).


Ahora bien, la espera mereció la pena: la nueva aventura de Mario ofrecía un mundo totalmente interactivo en tres dimensiones con total libertad de movimientos y, algo absolutamente innovador, la posibilidad de que el jugador controlase la cámara a su antojo, para obtener así el mejor ángulo desde el que disfrutar el juego. La calidad gráfica era asombrosa, no tenía un solo defecto visual y sí muchos efectos tan innovadores como el de las superficies mojadas, el metal, el fuego y hasta el destello del sol al mirarlo directamente. Por su parte, la capacidad de acción de Mario era brutal: podía correr, saltar, caminar, gatear, dormirse, golpear, trepar, escalar, volar, nadar, bucear y hasta deslizarse, y todo lo hacía con una suavidad pasmosa. Por tener, tenía hasta voz, y no era raro escucharlo quejarse si se dolía de un golpe o celebrar sus triunfos con alegría y desparpajo.

Los quince mundos del juego recogían elementos clásicos de su universo, como las tuberías o los champiñones, con un aire desenfadado que lo acercaba a los dibujos animados, sin que por ello se perdiera un ápice de calidad. Había fases nevadas, bosques y desiertos, junto a castillos de fantasmas, barcos voladores o profundidades oceánicas, todos ellos plagados, como el monumental castillo que servía de enlace entre unos mundos y otros, de rincones secretos y minijuegos apasionantes. Las 120 estrellas, objetivo principal del juego junto al obligado rescate de la princesa, se convertían en una verdadera obsesión salpicada, de cuando en cuando, con unos asombrosos enfrentamientos con el monstruoso Browser, dragón cuyas lenguas de fuego y rugidos dejaban pasmado al más intrépido.


SM64 batió récords de ventas y ha sido aclamado durante generaciones enteras. Fue nombrado mejor juego del año, obtuvo puntuaciones perfectas en las revistas más exigentes y ha permanecido en la memoria colectiva del sector como el punto de referencia obligado, el padre o abuelo de decenas de miles de videojuegos. Con Mario 64 Sigheru Miyamoto creó el que posiblemente sea uno de los dos mejores juegos de la historia, una joya que hace trascender este tipo de productos de sus propias limitaciones y los lleva a una categoría cualitativamente superior, la del entretenimiento con letras mayúsculas. Es el antes y el después de todo lo demás: la obra maestra del género.

(P.d: http://www.youtube.com/watch?v=57clXvePxSs&feature=PlayList&p=75B738E9D4CAD5C3&index=0&playnext=1 Hace unos años, SM64 fue reeditado para la portátil de Nintendo, la DS, con la posibilidad de jugar con más personajes, encontrar más estrellas y multitud de nuevos minijuegos. Si en su momento no lo disfrutaste, corre a conseguirlo porque no ha envejecido un ápice y sigue conservando toda la magia y calidad del juego original.)

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