Guárdate de los cuervos con cadenas
que semejan ser palomas al vuelo,
que no te arrastren contigo a su duelo,
guárdate de sus cantos de sirenas.
Guárdate de los cristales de cuarzo
que habitan su falsa pena de alma,
que no arrastren consigo tu calma,
guárdate de esos Idus de marzo.
Ve el mal donde los demás no ven nada,
siente bajo el marfil brillar el ostro,
oye la furia apenas murmurada
cómo se dibuja clara en el rostro,
en la mandíbula desencajada,
el aullido en la noche del mostro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario