sábado, 8 de marzo de 2014

Cinefórum (37): 300 El origen de un imperio


De todas las películas que pueden calificarse de "épicas" o que tratan de recuperar aquellos valores perdidos de cantar las hazañas de los grandes héroes que en el mundo han sido, 300 fue con diferencia una de las más radicales, polémicas y con cierta tendencia al exceso risible que he visto nunca. Reconozco que me lo pasé fenomenal con las andanzas de aquellos improbables espartanos, con el modo en que la cámara jugaba con ellos como si fueran personajes de un videojuego y ralentizaba sus acciones para darle todo el protagonismo a un espectáculo visual fuera de toda duda. Era una película que, a pesar de sus numerosos fallos y alguna que otra escena bastante parodiable, tenía un ritmo soberbio, una puesta en escena demoledora y unos diálogos memorables, por no hablar de unos actores muy bien escogidos para contar una historia llena de fuerza y tensión.

No obstante, y sin ánimo de destripar ningún final, la historia de aquellos soldados es tan conocida como la de los tripulantes del Titanic, por lo que el anuncio de una secuela despertó más de una ceja escéptica. ¿Cómo continuar aquella historia que, en principio, parecía tan cerrada?

El secreto de Noam Murro, director de la nueva cinta, ha sido tomar como base Xerxes, un cómic no publicado aún donde Frank Miller continúa su historia del cómic de 300. Además, ha contado con la ayuda de Zack Snyder, director y guionista de la película original, como productor y co-guionista en esta nueva entrega. No se sabe todavía cuánto habrá empleado del original o cuál habrá sido el aporte real de Snyder, pero en principio el enfoque me ha parecido bastante correcto: la cinta comienza antes de los eventos de 300, cuenta hechos que ocurren en paralelo a la historia original y da luego un salto posterior para narrar la victoria griega en la batalla de Salamina. No vemos nunca a Leónidas, gran protagonista de la primera cinta, pero apenas importa: todos los demás personajes regresan (Lena Headey como la reina Gorgo de Esparta, David Wenham como Dilios, Rodrigo Santoro como Jerjes, etc.) y se incorporan los dos actores principales, unos más que sólidos Sullivan Stapleton como el general ateniense Temístocles y Eva Green como la malvada Artemisa.

Lo primero que me gustaría destacar es que esto no es, ni pretende ser, una película de rigor histórico. La recreación ya en su momento de la batalla de las Termópilas en 300 era una fantasmada tras otra, como lo es aquí la de Maratón o Salamina. El diseño y la espectacularidad se anteponen claramente a los diseños reales de naves, estilos de combate o protocolos de la época histórica, y nada tengo que objetar a ello. En definitiva, se trata de adaptar un cómic al cine comercial de palomitas, no de documentar la vida en las ciudades estado o las guerras médicas, y sumarse a toda nueva tendencia que se precie: ahora la moda es el 3D y por tanto hay sangre a borbotones, barro y vísceras que son arrojados contra el espectador. Pero el caso es que, a pesar de los pesares, funciona. Las coreografías de combate son espectaculares, hay algunas secuencias demoledoras y cada vez que Temístocles agarra la espada, como sucede en el duelo final con la guardia personal de Artemisa, saltan auténticas chispas.

No obstante, y a pesar de la espectacularidad de muchas de sus escenas de acción, centradas esta vez en las cruciales batallas navales de aquellos tiempos, no he podido evitar acordarme en todo momento del peso de la película original. 300, vista ahora con la perspectiva de esta secuela, me parece una historia mucho más interesante que la de El origen de un imperio, que parece que se alimenta un poco de las migajas de la anterior, y carece del carisma de Gerard Buttler y el buen hacer de Tyler Bates en la banda sonora. La historia de Leónidas y toda la recreación del mundo espartano, la soberbia escena del oráculo o la visita de los embajadores persas, por no mencionar toda la parte bélica posterior, me dejaron realmente impactado. Aquí, por desgracia, y aunque tiene escenas meritorias, ni los diálogos me parecen tan acertados, ni sus personajes tan carismáticos (sobre todo los secundarios atenienses, madre mía), y la escena erótica entre los protagonistas está aún más forzada que la de Leónidas y Gorgo, que ya es decir. 

Tampoco me parece, como he leído en algunas críticas, que la diferencia sea para echarse a llorar, ni mucho menos. Más bien creo que El origen de un imperio debe verse más como un complemento de la primera parte que como una secuela en sentido estricto. Ayuda a comprender mejor el contexto de la trama y el trasfondo de personajes como Jerjes o la reina de Esparta, que aquí tienen la oportunidad de alcanzar mayor relevancia y, sobre todo, deja bien claro un hecho que la primera película falseaba en exceso: Grecia en aquella época no era, ni mucho menos, el patio de recreo de Esparta. Era un crisol donde otras ciudades estado, como Atenas, Tebas y otras tantas, otorgaban algo de luz en aquella época oscura, violenta y agresiva que estas cintas homenajean, muy a su manera.

El gusto que cada uno tenga luego por según qué niveles de violencia en el cine hará el resto, supongo, pero desde luego he visto casos peores que este. Aquí lo que prima es el entretenimiento puro y duro, algo que, entre el buen hacer del guión y la más que correcta duración de la película, El origen de un imperio consigue plenamente.


No hay comentarios: