Al fin, tras tantos años de malas noticias, un rayo de alegría: la Comunidad de Madrid ha arrojado la toalla en el caso de la privatización de seis hospitales públicos ante la decisión del Tribunal Superior de Justicia de mantener la suspensión cautelar de la medida. El consejero de sanidad de la comunidad, Javier Fernández Lasquetty, ha anunciado su dimisión ante el fracaso de su proyecto de "externalización", como él mismo lo denominaba en una muestra más de canibalismo lingüístico. Por el camino, decenas de miles de protestas, firmas, manifestaciones y profesionales del sector público que ahora mismo estarán dando por bueno todo su esfuerzo, se ha perdido sin embargo buena parte de la energía de una Comunidad que debería estar más centrada en otros temas.
Es una excelente noticia para todos, no solo para la comunidad sanitaria de Madrid. Es una gran noticia que los tribunales se hagan eco de las protestas por una medida a todas luces injustificable, y que le paren los pies a todos aquellos que piensan que gobernar es decidir sin consultar, como haría el dueño de un cortijo en su coto privado. Porque la decisión de hacer del Hospital Infanta Sofía, Del Henares, Del Sureste, Infanta Cristina, Infanta Leonor y del Tajo una muesca más en el escarnio liberal era tal exceso, tal muestra de desvergüenza injustificada, que la resolución del Tribunal y la posterior reacción de la Comunidad no hacen sino justicia para con los miles de ciudadanos afectados, por mucho que esta decisión la califique el presidente de la comunidad de provocar "incertidumbre y falta de seguridad jurídica".
La victoria de la comunidad sanitaria pone de manifiesto, además, que un colectivo organizado y dispuesto a luchar por los derechos de los ciudadanos y sus derechos laborales es capaz de darle la vuelta a cualquier situación, y esto es algo realmente esperanzador para el que, como un servidor, ya dábamos esta y tantas otras batallas por perdidas, como la de la educación o la cultura. Ahora solo falta que cunda el ejemplo, y que nos animemos todos a seguir esta senda de la reivindicación constructiva. En cualquier caso, merece la pena abrir un periódico y encontrar al fin un motivo para la esperanza, aunque llegue tarde y rodeado de los falsos augurios de esos mismos políticos que dicen que ya todo va fenomenal, aunque sigamos teniendo al 26% de la población activa contemplando los lunes al sol. Cosas de la mayoría silenciosa, supongo.
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