martes, 17 de diciembre de 2013

La serie del mes (10): Homeland




Con motivo del final de su tercera temporada, parece un buen momento para sacar algunas conclusiones de la que está siendo, con diferencia, una de las series más intensas, interesantes y adictivas de los últimos tiempos, a pesar de los muchos matices que, en ocasiones, empañan el fenomenal resultado del conjunto y hayan provocado la sensación, seguramente cierta, de que Homeland ha ido de más a menos desde su estreno. La historia de un marine que es milagrosamente rescatado de las garras de Al Qaeda tras ocho años de cautiverio, y que provocará más de un recelo en una de las mejores agentes de la CIA acerca de sus verdaderas intenciones, se ha convertido en una de las tramas más apasionantes de un género saturado de tópicos y penosas ideas que, por suerte, en esta serie no tienen (apenas) lugar.

Uno de los mayores "peros" que le vi a la serie desde el principio era la fragilidad de una premisa principal que, sin entrar en spoilers, parecía agotarse tras la primera temporada. Hasta ese momento todo parecía muy bien dispuesto, un poco al modo de la ejemplar primera hornada de capítulos de Prison Break. Sin embargo, y como suele ocurrir, el éxito apabullante de crítica y público, con globos de oro y emmys a granel, convencieron a los productores de alargar el asunto una temporada más, y luego otra y otra (acaba de confirmarse que habrá cuarta temporada). Y no han faltado voces críticas ante la forma en que los guionistas han intentado, a pesar de su sobrada solvencia, resolver algunos puntos conflictivos.

En honor a la verdad, hay que decir que Homeland está conducida por dos fenomenales actores principales. Tanto Claire Danes como Damien Lewis, en sus respectivos papeles de Carrie y Brody son siempre un seguro de vida. La cantidad de matices que llegan a aportar a sus interpretaciones, las numerosas situaciones que atraviesan sus personajes están resueltas con tal calidad que cuesta desentenderse de ellos, como a veces uno puede llegar a sentir ante la deriva de ideas de la propia serie en momentos concretos. Ambos se apoyan en un estupendo elenco de actores secundarios comandados por Mandi Patikin como uno de los jefes de la CIA, Saul Berenson (¿os acordáis de Íñigo Montoya, de La princesa prometida? Pues el mismo, pero unos cuantos años mayor), el ambiguo y siempre convincente Frank Murray Abraham, etc. Son las conexiones entre todos ellos, sus vínculos amorosos, paternofiliales o de antagonismo absoluto los que constituyen el corazón y el alma de esta serie, que consigue que toda la trama antiterrorista, resuelta siempre con eficacia y credibilidad, llegue a quedar en segundos y terceros planos hasta en el más tenso de los momentos.

No todo son flores actorales, me temo, aunque no sé bien en qué medida estas objeciones vienen también condicionadas por unos guiones que hacen muy difícilmente soportables a los miembros de la familia Brody, en especial una madre y una hija cuyas ausencias de la cuarta temporada han despertado ganas de fiesta global en Internet. Llegan a lastrar tanto, y en tantas ocasiones las tramas a lo largo de las tres temporadas, que resulta todo un alivio saber que no tendremos que volver a verlas o escucharlas, tal era el estrago que teníamos de ambas.

El problema principal de Homeland viene de serie (y perdón por el chiste fácil), de esa condición de "tiramos esta temporada y a ver por dónde sale el sol", que hace que los finales estén siempre limitados, constreñidos, incapaces de cerrar las tramas como debería ser de acuerdo con la lógica interna de la serie. Tienen que ser lo suficientemente contundentes como para despertar el interés del público pero dejando, al mismo tiempo, las suficientes puertas abiertas como para una continuación lógica. Y esto, claro, afecta a la calidad del producto, a la reacción de los fans y a la paciencia de los mismos, un poco cansados ya del juego del ratón y el gato al que han sometido a todos los personajes, quemándolos, y en especial a un Brody que es literalmente un fantasma en esta tercera y última temporada hasta la fecha.

Sin embargo, el final de esta tercera tanda de capítulos nos ha dejado, al fin, un cierre para buena parte de la trama y de los personajes principales, a excepción de Carrie, la total protagonista del asunto. Y ha sido una serie de decisiones valientes que, sin entrar en detalles, permiten atisbar cierta esperanza para la serie más allá de esta irregular temporada en la que ha costado horrores arrancar algo de interés, y donde las situaciones forzadas se han ido sustituyendo unas a otras constantemente. Menos mal que el último tercio, como sucede no solo en esta tercera temporada, sino también en las anteriores, el "crescendo" narrativo ha subido el nivel y ha contribuido a ganarse al público con grandes golpes de efecto, todo ello liderado por unos actores en estado de gracia.

Celebro, y mucho, el hecho de que el equipo que hay detrás de la serie se haya percatado a tiempo del agotamiento al que muchas tramas y personajes habían llegado, en muchas ocasiones en puntos de auténtico no retorno. Cualquier otro hubiera seguido tirando del hilo, como ya comenté hace tiempo a propósito de Dexter y tantas otras series, y sin embargo aquí se ha optado por seguir la lógica interna de la propia historia, incluso aunque eso provoque finales amargos, abruptos, de personajes a los que obviamente no es fácil decir adiós o hasta luego. Pero así ha sido, dando a cada cual lo que debía, y en cualquier caso dignificando la propia serie y un espíritu que no siempre es fácil de mantener en estos tiempos.

Lo que es innegable, y eso sí me gustaría recalcarlo por encima de otras virtudes o defectos, es la capacidad de adicción de Homeland, su habilidad para jugar con la tensión y con el espectador en estos terrenos tan trillados del patriotismo de barras y estrellas, retándonos a un más difícil todavía donde, seguramente, muchas producciones se hubieran hundido a la primera. No es así gracias a una labor de un equipo formidable que, pese a los ya mencionados altibajos, ha hecho televisión de auténtica calidad durante mucho tiempo seguido, y al que parece que al fin el valor necesario de sus guionistas y productores han dado alas para continuar durante, al menos, una temporada más. Luego Dios dirá.





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