lunes, 29 de agosto de 2011

Pontificando sin autoridad.




Documentándome para la entrada anterior sobre la novela Némesis tuve el infortunio de dar a parar en una revista digital llamada “El lector perdido”. Leo la entrada que sobre la novela de Roth hace una tal Silvia Bardelás y me quedo espeluznado ante un texto infame en el que esta buena mujer se dedica a despedazar el texto de Roth empleando argumentos, a mi juicio, absolutamente inválidos.


No le habría dado mayor importancia porque, como es el caso de este mismo blog, la red está llena de páginas donde la gente habla de lo humano y lo divino, a veces con más tino que otras y, en la mayoría de las ocasiones, sin la autoridad ni el conocimiento necesario para hacer tales afirmaciones. Pero hete aquí que descubro que esta señora es profesora de literatura creativa y, para mayor sorpresa, escritora. Y aquí es cuando ciertas afirmaciones, más por el posible impacto que puedan tener en sus posibles alumnos/lectores que por lo que demuestran de su conocimiento de la materia, provocan cierto escozor en el que esto escribe. Pero vayamos a su texto, que no tiene desperdicio.


Comienza la señora Bardelás por la parte negativa que ella considera que tiene la novela. Según ella, leyendo la obra se puede “ver” al autor “construyendo, manejando el suspense, buscando soluciones, colocando una imagen que arregla un exceso de discurso, utilizando el diálogo para informar”. Ello le permite llegar a una primera pontificación, según la cual no entiende cómo se ha encumbrado a Roth como autor universal.


No puedo estar más en desacuerdo con estas afirmaciones. Para mí Némesis es una novela perfectamente construida, y yo al leerla no veo a Roth haciendo nada, sino que, antes al contrario, me dejo llevar por una trama calculada al milímetro, una narrativa consciente y profesional como prueba su contundente final, que ata los cabos con una precisión escalofriante. No puedo estar tampoco de acuerdo en que el discurso es excesivo. Antes al contrario, es un libro breve, conciso y sobrio. Tampoco es cierto que el diálogo “informe”. El diálogo reproduce las palabras de los personajes, recrea ante nosotros la situación comunicativa y da vida a los personajes a través de sus palabras, pero no “informa”. De eso ya se encarga el narrador, aunque de eso nos ocuparemos luego. En cuanto a si Roth merece figurar o no en el panteón literario me parece una valoración absurda y, me temo, motivada por envidias y miserias propias de la profesión.


Sigue Bardelás con otra afirmación que es de juzgado de guardia: “Es una novela, quiero decir con esto que no es narrativa”. ¿CÓMO? ¿Cómo que una novela no es narrativa? ¿Qué es entonces? ¿Teatro? ¿Poesía? Válgame el cielo, que a estas alturas haga falta ir al diccionario de la Real Academia para descubrir que, (oh, sorpresa), la narrativa es un “género literario constituido por la novela, la novela corta y el cuento”. Es decir, que tanto una novela, como una novela corta y un cuento SON narrativa porque es el género al que pertenecen.


Sigue después afirmando que la novela “no está escrita en primera persona”, lo cual es falso porque sí hay un narrador que alterna la primera con la tercera persona, con no pocas alusiones al “yo” incluso dentro de la parte en que tiene menor papel, el primer acto. Pero es que Bardelás lo remata aseverando que el narrador “es un instrumento de suspense y cierre que sobra completamente en la historia". Esta es una interpretación totalmente injustificada por su parte. A mí me parece que el papel que el narrador/alumno desempeña es fundamental porque justifica el estilo, construcción y sobriedad de la novela; la novela misma es el narrador y su forma de narrar los hechos. Además, sin narrador no habría novela: Bucky Cantor no puede contar por escrito lo que ha sucedido porque precisamente vive instalado en el silencio a causa de la culpa, y es únicamente a raíz de su encuentro con el alumno, y por los vínculos que la novela detalla, cuando Cantor se deja vencer y comienza su confesión que sirve de base al relato. En mi opinión, decir que el narrador sobra es no entender una sola palabra de la construcción de la novela, algo especialmente grave viniendo de una escritora y profesora de escritura.


Para rematar la faena y recibir los vítores del respetable, Bardelás se contradice de manera flagrante cuando, al hablar pomposa y retóricamente sobre la “cadena humana” y la vida y la muerte, nos espeta que “la novela vive de esa cadena, la narrativa juega a que no existe…” Pero a ver, ¿en qué quedamos? ¿No había dicho que no era narrativa? ¿Ahora sí? ¿Es novela o narrativa, es ambas o ninguna de las dos? Busquen ustedes la lógica, si pueden.


Y es que estas son las consecuencias de pontificar cuando no se tiene autoridad para hacerlo. Me perdonen los fans de "El lector perdido", pero a mí me parece absolutamente vergonzoso que una persona que, supuestamente, se dedica de manera profesional a la literatura haga aseveraciones que demuestran tan pocos conocimientos sobre la materia. Se puede discutir si la interpretación de una novela es una u otra, pero hay aspectos teóricos básicos que esta mujer o no conoce o sencillamente no entiende, y que condicionan una perspectiva errónea, sesgada y plagada de afirmaciones a la ligera que no creo que sean el mejor ejemplo para que otras personas aprendan a leer, escribir o lo que quiera que sea que enseñe esta señora.


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