martes, 4 de mayo de 2010

No pudo el alba apuntalar su hora...


No pudo el alba apuntalar su hora
levando anclas ya la noche llena,
y quedó a merced de una cadena
la lágrima candente de la aurora.

La frontera entre el sueño y la vigilia
se abrió camino entre hoces de viento,
dejando atrás tristeza y desaliento
por la fe de ampararse en la familia

que un día, en tembloroso resplandor,
la acogió en la forma de tu mano
y arrullaron las palabras de tu voz.

Ellas le revelaron el arcano,
Luz sobre sombra negra de terror
ahuyentada por tu Helios meridiano.

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