jueves, 8 de marzo de 2012

El libro del mes: FrICCIONES

Allá por el verano de 2005 tuve ocasión de acudir a un seminario de literatura impartido en la Universidad Menéndez Pelayo, donde un excelente profesor trató de convencernos de una serie de ideas que tenían muy diversas ramificaciones, una de ellas con la literatura lúdica.


Para los que, como yo por aquel entonces, éramos unos completos ignorantes en aquel concepto, aquellas charlas nos enseñaron que el nombre de literatura lúdica no hace justicia a todo lo que esconde detrás. Su denominación da idea de juego, de pasatiempo, de un asunto menor, algo que podría hacer cualquiera que supiera juntar dos o tres palabras, cuando en realidad se trata más bien de todo lo contrario. Los seguidores de Perec y el Oulipo saben bien a qué me refiero.


Precisamente entre estos seguidores se encontraba un estudiante fascinado por todo aquel movimiento de la literatura potencial, de la posibilidad de crear literatura que no tuviera necesariamente un trasfondo metafísico, social o existencial, sino que se sostuviera en el castillo formal de las palabras a través de juegos de ingenio tan sagaces como complicados en su proyección y desarrollo.


Debo reconocer que mis limitaciones me llevaron a discutir, con más escepticismo que acierto, las teorías de aquel profesor. Aquella idea de que en realidad toda literatura es una reformulación de lo ya visto y oído, que los escritores no hacen más que repetir lo ya inventado de mil formas diferentes y que es precisamente en esa forma y no en el fondo donde se marca la diferencia, quizá fuera demasiado revolucionaria para mí.


No lo fue, por suerte, para Pablo Martín Sánchez, aquel aventajado estudiante del que les hablo, que recientemente ha publicado una colección de cuentos bajo el título de FrICCIONES. En él juega con esa idea de la combinación de la ficción y de la fricción propia del choque de intelectos entre autor y lector, de las ideas y cosmovisiones de ambos en el espacio de la literatura (o al menos así lo entiendo yo), con unos resultados tan sorprendentes como satisfactorios.


Para alguien que no es precisamente amante de las colecciones de relatos, y mucho menos de la literatura lúdica, FrICCIONES ha sido un más que agradable descubrimiento. Hay en él aplicaciones prácticas de muchas de las ideas de la literatura potencial, fenomenales despliegues de arte literario que atrapan desde el primer momento y, por encima de todo, una voz propia y con una personalidad sólida que guía al lector con una maestría impropia de un autor novel. Los juegos entre realidad y ficción, las burlas constantes del autor entre su autobiografía ficticia y la difusión de los límites de lo real imaginado son recursos que, en manos de Pablo Martín, abren un universo de posibilidades que alcanza en Reír o no reír y Poesía métrica, por citar solo un par de ejemplos, cimas espléndidas.


No son los únicos: De sueños y de versos se burla con malicia del lenguaje académico y su su pérfida anotación erudita; El cubo de Rubik desafía al lector a subir una escalera imposible en clave literaria y hasta hay espacio, en Por qué nunca he escrito un cuento erótico, para que un atribulado escritor se torture con los amoríos de un adverbio y una coma. Cada cuento, al margen de su particularidad, es un pulso constante entre la expectativa y el nuevo horizonte que se abre con cada una de sus últimas palabras, donde la forma, más que el fondo, va tirando del hilo del lector hasta dejarlo únicamente con ganas de pasar al siguiente.


Les dejo, para muestra, un botón de esta excelencia: un relato titulado El subrayado es tuyo donde, como en todos y cada uno de los 26 restantes, se aprecia una sensibilidad poco común hacia un arte, por desgracia, cada vez más olvidado pero que sigue siendo un formidable refugio para esta triste realidad que nos rodea. Háganme el favor y no se lo pierdan: http://www.lasiega.org/index.php?title=El_Subrayado_es_tuyo.


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