sábado, 6 de noviembre de 2010

Top 19 Nueva Generación: Red Dead Redemption


Desde su creación, ha habido una serie de géneros considerados malditos dentro de los videojuegos. Mientras las compañías solían saturar los catálogos con policías, dinosaurios y zombies, había otros ámbitos donde parecía imposible obtener algún título no ya sobresaliente, sino sencillamente digno.


De todos ellos, a mí siempre me llamó la atención la ausencia de títulos destacados en dos marcos tan proclives a ser adaptados a un juego como la Edad Media y, especialmente, el Salvaje Oeste. Me parece asombroso que no haya una adaptación moderna con calidad de los Caballeros de la Tabla Redonda, por poner un solo ejemplo, pero sobre todo me deja perplejo que hayamos tenido que esperar casi treinta años para ver un juego del Oeste que merezca la pena.


Cierto es que cuando un género tiene como referente más ilustre nada menos que el jurásico Sunset Riders, un arcade de Konami de 1991 lineal y sencillo hasta más no poder, nos encontramos ante un grave problema. Intentos posteriores, ya en generaciones siguientes, dejaron perlas tan mediocres como Wild Arms (1996), Red Dead Revolver (2004) o Call of Juarez (2007), certificando la defunción del género casi antes de su nacimiento.


Tuvo que llegar el equipo de programación de mayor éxito de los últimos tiempos, Rockstar (responsables de los aclamados, aunque a mi juicio bastante discutibles, juegos de la franquicia Grand Theft Auto), para lograr lo que hasta ahora nadie había hecho: convertir un género maldito en la sensación del año gracias a un juego soberbio: Red Dead Redemption.


El parecido con uno de los títulos arriba mencionados obedece a que Rockstar recibió el encargo de realizar una secuela de aquel olvidable título, y se dedicó a lo que mejor sabe: aplicar a tan “ilustre” antecesor el género del sandbox (que llama así a las aventuras de acción que permiten la libre exploración de un amplio mundo y el desarrollo no lineal de la trama). El resultado fue que entre la secuela y la precuela sólo hay de parecido eso, el título.


Y es que, lógicamente, la labor de Rockstar fue mucho más allá de aplicar un patrón ya conocido. Durante nada menos que cinco años, el equipo partió literalmente de cero y creó un vasto universo ambientado en la frontera entre Estados Unidos y México a principios del siglo XX (es decir, en pleno ocaso del mundo en que se ambienta), plagado de desiertos, bosques, lagos, ríos, montañas, pueblos y alguna que otra ciudad perdida en mitad de sus vastas llanuras. El motor gráfico empleado para el juego, similar al de GTA IV (2007), fue mejorado con efectos de luz para los cambios de noche y día, así como para recrear todo tipo de fenómenos atmosféricos que van del calor asfixiante a las lluvias torrenciales, la niebla o el frío de las nieves.


La iluminación y la recreación paisajística son algunos de sus aspectos más destacados, junto a la flora y la fauna que el jugador puede cazar o recolectar, según su antojo, a medida que realiza sus misiones principales o secundarias, y que pueblan ese inmenso, inmenso escenario (nunca había visto nada similar, ni en cantidad ni en calidad, y lo más sorprendente es que los tiempos de carga son ínfimos).


Por otro lado, lejos de contratar al típico compositor de partituras de oficio, Rockstar se hizo con un equipo de artistas que compusieron temas para el juego, algunos con letra y voz y con todo tipo de melodías aplicadas a los diferentes ámbitos, con los mismos instrumentos que por entonces eran conocidos. A esto añadió un potente arsenal de sonidos plenamente reconocibles por los amantes del género, que aprovecha las virtudes de las consolas de nueva generación y termina por redondear el apartado sonoro.


Otro aspecto realmente cuidado por Rockstar fue la historia del juego, que narra las desventuras de un antiguo miembro de una banda de forajidos, que debe capturar a sus compañeros de correrías si quiere ver con vida de nuevo a su mujer e hijo. A lo largo de más de cien horas de juego, el jugador se mete en la piel de John Marston y protagoniza los momentos típicos que cualquiera espera encontrar en toda historia del oeste que se precie. Así, hay miles de tiroteos con todo tipo de armas, asaltos al tren en marcha, la mina de oro, el poblado indio, los mexicanos y sus revoluciones, los duelos al sol junto al saloon, la doma de caballos, cabalgar por los cañones al atardecer o por los desiertos junto a decenas de cactus y peligrosas serpientes… Y lo mejor es que todo ello está hecho con un cuidado, un nivel de detalle y un aprecio por la jugabilidad dignas de los mayores elogios.


Porque por encima de sus indudables logros técnicos, Red Dead Redemption es endiabladamente divertido. Su sistema de juego, de control y de disparos es tan sencillo como intuitivo, y la mecánica, aunque puede llegar a hacerse algo repetitiva, permite un desarrollo libre y abierto.

Conforme avanza el juego, conocemos personajes que nos encargan misiones. Podemos dedicarnos a resolverlas o a recorrer libremente el mundo, encontrando otras tareas o sencillamente haciendo lo que nos dé la gana, eligiendo caminos honrados que nos deportarán fama y dinero o siendo salvajes forajidos que asaltan diligencias y son luego perseguidos por la justicia. Las decisiones del juego afectarán a la forma en que se desarrollarán determinados aspectos, que nos permitirán ser reconocidos y saludados por los vecinos o no tener un momento de respiro ante el constante acoso de los sheriffs.


El juego tiene tantos y tan buenos momentos que resulta complejo quedarse con alguno. A mí me hizo especial ilusión cruzar la frontera a México y cabalgar de noche, a la luz de la luna, acompañado de los acordes del excelente Far Away, tema compuesto expresamente para el juego. Me encantó regresar al rancho familiar, ya terminadas las misiones principales, y dedicarme a la tranquila vida del ganadero o del buen padre y esposo, pero sobre todo me fascinó el giro final del argumento, que no desvelaré aquí por respeto a los que aún no lo hayan jugado, con el carácter solemne de un desenlace digno de las mejores historias.


Red Dead Redemption no es un buen juego del oeste: es el juego definitivo, una obra maestra que a partir de ahora se tomará como referencia ineludible para hablar de un género que, gracias a él, ha dejado al fin de ser maldito.


(P.d: http://www.youtube.com/watch?v=ge3JxWOjqNI Aquí se da una detallada explicación del sistema de armamento, disparos y coberturas del juego, tan complejo como, a la hora de jugar, sencillo. No pierdan detalle de la calidad del juego y, por favor, olvídense del pelma de locutor o bajen el volumen, que para el caso...)

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