martes, 15 de diciembre de 2009

La serie del mes (2): Dexter


Dexter Morgan (Michael C. Hall) es un experto en análisis de sangre del departamento de policía de Miami. Es un hombre joven y saludable al que le gusta salir a pasear por la bahía en su barca, y que vive en un chalet de una zona residencial tranquila y respetable, en compañía de su esposa Rita (Julie Benz) y sus tres hijos. Semejante descripción haría de la vida de este hombre un auténtico peñazo si no fuera porque, además de todo lo dicho, Dexter es un asesino en serie.

Al caer la noche, este hombre deja salir a pasear a su oscuro pasajero, un lado oculto que se remonta a lo más tierno de su tierna infancia, cuando su madre biológica, una informante de la policía de Miami, fue brutalmente asesinada en su presencia, un hecho que provocó la adopción por parte del agente que lo recogió en la escena del crimen, Harry Morgan.


Cuando cae la noche, aquel bautismo de sangre y sus devastadoras consecuencias convierten a Dexter en un asesino implacable, alguien incapaz de frenar su ansia de sangre que, por fortuna, fue reconducida por su padre adoptivo y canalizada hacia un propósito más noble que una carnicería sin más: acabar con la vida de aquellos malhechores, asesinos, violadores, etc… que logran escapar a la acción de la ley.


Con semejantes premisas arrancó en 2006 una serie políticamente incorrecta, que plantea más de un problema moral y que estuvo a punto de ser cancelada en varias ocasiones durante su proceso de pre-producción ante el temor de que la mojigata sociedad estadounidense fuera incapaz de simpatizar con el protagonista de la serie (o peor aún, que simpatizasen).

No obstante, el arrollador éxito de las tres primeras temporadas de Dexter convenció a Showtime para renovarla por otras dos más. EEUU acaba de conocer el escalofriante final de la cuarta, del que sólo puedo decir que me dejó helado, y se prepara ya para el que puede ser uno de los mejores desenlaces de serie en los últimos tiempos (me perdonen los fans, pero yo me temo que el de Perdidos será tan lamentable como sus recientes temporadas vienen anunciando).


Todo en Dexter encaja como un reloj suizo. Los actores están estupendos, especialmente ese genio llamado Michael C. Hall y su mezcla de ternura, contención y psicopatía en apenas una frase o una mirada. Los secundarios cumplen sobradamente, aunque quizá con algún que otro tópico innecesario (ese rollo de sagas policiales-familiares ya canta demasiado, por no mencionar la dosificación étnica del grupo investigador principal: poli latino, poli negro, poli asiático, etc…).

En cualquier caso, el protagonismo absoluto es para Dexter y sus devaneos mentales, que a fin de cuentas es lo realmente interesante: sus ritos de justicia poética, su obsesión por el detalle y el cumplimiento a rajatabla del “código” impuesto por su padre para que nadie descubra jamás quién es realmente. Todo ello está relatado con una prolijidad y una profundidad pocas veces vistas en el medio televisivo, lo que unido a un excelente sentido del humor y una extraordinaria habilidad narrativa para mantener la intriga hasta el último momento, hace de Dexter una maravilla de serie en todos los sentidos. Secundarios como Jimmy Smits o John Litgow (este último en especial) no hacen sino redondear una función que tiene en Dexter, padre, esposo y asesino en serie, un maestro de ceremonias inolvidable.

1 comentario:

Charlie y la fábrica dijo...

Qué pedazo de serie!! Me vi las cuatro temporadas en cosa de un mes... y cuando vi el último capítulo de la cuarta temporada me quedé como media hora sin poder hablar.