Vi el otro día el reportaje que hizo el programa “Informe Robinson” sobre el futbolista Ronaldo, uno de los mejores delanteros que ha dado Brasil en las últimas décadas. Y viéndolo ahí, rechoncho y envejecido, peleando por enésima vez contra sus lesiones de rodilla para apurar sus últimos días como deportista profesional, me acordaba de cuando fichó por el Fútbol Club Barcelona, en el año 1996. Recordé su gol al Compostela, una verdadera barbaridad de gol, y tantos otros con que literalmente asombró al mundo entero y conquistó balones de oro, copas del mundo y ligas en los países más competitivos, como España o Italia.
En la entrevista, Ronaldo confiesa que aún sueña con que esta lesión no sea definitiva, aunque reconoce que la retirada es una opción que lo libraría de muchos quebraderos de cabeza, y el de pasar por quirófano otra vez o el de quedar cojo de por vida son sólo algunos de ellos.
Escuchándolo, con la serenidad que dan sus 32 años, no dejaba de pensar en mi caso particular, también jalonado por dos lesiones graves de ligamento y que han supuesto un cambio drástico en mis hábitos deportivos. Yo no soy profesional del fútbol, nunca tuve aptitudes ni ganas de serlo, pero sí es verdad que mi vida giraba en torno a los libros y al deporte. Desde que empecé a jugar al fútbol, con ocho o nueve años, sentí un placer enorme, una libertad incomparable, y esa sensación de volar se prolongó durante casi quince años.
Fue en agosto de 2005 cuando mi rodilla izquierda se rompió. Una malformación en mi rodilla predisponía al ligamento a romperse, y tras tantos años de esfuerzo éste ya no aguantó más. Luego vino la operación, un año y medio entero de rehabilitación, y la vuelta a los terrenos de juego, ya en 2007. Unos meses después, en diciembre de ese mismo año, me produje la misma lesión, esta vez en la otra rodilla. Resultado: nueva operación, rehabilitación, y otro año de natación y paciencia por delante.
A Ronaldo se lo plantea el entrevistador de una forma clara: ¿realmente merece la pena tanto sufrimiento? Está claro que para él, sí. El fútbol es su vida, y su forma de vida. Sus patrocinadores, el equipo de médicos y representantes que lo rodea dependen de ese tendón roto, pero por encima de eso, Ronaldo se lo debe todo al fútbol: su fama, su leyenda, su controversia… nada de eso habría sido posible sin un balón y una cámara.
En mi caso, la ecuación es mucho más simple. Por mucho que me duela renunciar a un deporte divertido y exigente como pocos, mi vida no depende de ello. He aprendido a valorar la importancia de una vida normal, sin molestas cojeras o dolores, y ahora mi único objetivo es conservar esa normalidad. Así pues, lucha por tu sueño, leyenda, que yo me quedo con mi realidad.
1 comentario:
Bueno, siempre nos quedará el tenis...
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