A partir de este punto, las dudas con los videojuegos que conforman el top 20 contemporáneo se tornan épicas, dada la cantidad y calidad que se acumula en los primeros puestos. Por ello, aunque finalmente se elija a uno va a haber siempre varias alternativas, como ocurre en el caso del puesto número 12 donde, para mayor polémica, el gran rival del elegido es ni más ni menos que su continuación directa.
Hay un encendido debate entre los fans de la saga Uncharted, no ya por situarla como una de las grandes cimas de la séptima generación (algo en lo que estoy totalmente de acuerdo), sino por elegir cuál de los tres títulos aparecidos hasta la fecha es el mejor de todos. Y ahí tanto la segunda como la tercera entrega son las que se reparten todas las papeletas.
Uncharted es una saga que nació en 2007 con un juego notable, protagonizado por un cruce espiritual y genérico entre Indiana Jones y Lara Croft. Nathan Drake, que así se llama el personaje en cuestión, pone en práctica muchos de los trucos que esperamos de las sagas de las que bebe, como los aventureros intrépidos, secundarios jocosos, joyas místicas de la arqueología, exóticos parajes y templos perdidos de la mano de Dios pero, además, añade un plus cualitativo y cuantitativo en un formato de videojuego de aventuras y acción de auténtico lujo. El tesoro de Drake era así un compendio de buenas intenciones y un apartado técnico bastante correcto, con algún que otro momento de tensión, una sabia mezcla de plataformas y acción y un argumento muy entretenido y bien doblado al castellano, pero tampoco iba mucho más allá.

Antes de entrar en más detalles argumentales, vayamos con los motivos principales que explican la grandeza de este juego. Quizá el más evidente de todos ellos es que el salto técnico respecto de la primera parte es sencillamente colosal. Jamás se había visto en la séptima generación un motor gráfico tan sólido, con unos escenarios tan repletos de detalles y efectos de luz, unos personajes tan fluidos en sus animaciones (muérete, príncipe de Persia) y un apartado sonoro y de doblaje tan perfectos (y ojo a la banda sonora de Greg Edmonson, con un tema principal para quitarse el sombrero y una intensidad a la altura del ritmo del juego).
Desde este punto de vista, a Uncharted 2 no se le puede poner ni un miserable pero, con una alta definición muy bien aprovechada y una tasa de frames vertiginosa que no decae aunque el jugador se tenga que enfrentar a helicópteros por los tejados de una ciudad o a tanques en pueblos de Nepal, por no hablar de la escena del tren, que recorre un escenario gigantesco mientras uno se bate el cobre con todo un ejército, y que es uno de los niveles más impresionantes, divertidos y emocionantes que he jugado a un videojuego en toda mi vida.
Desde este punto de vista, a Uncharted 2 no se le puede poner ni un miserable pero, con una alta definición muy bien aprovechada y una tasa de frames vertiginosa que no decae aunque el jugador se tenga que enfrentar a helicópteros por los tejados de una ciudad o a tanques en pueblos de Nepal, por no hablar de la escena del tren, que recorre un escenario gigantesco mientras uno se bate el cobre con todo un ejército, y que es uno de los niveles más impresionantes, divertidos y emocionantes que he jugado a un videojuego en toda mi vida.


Hechas ya todas las merecidas alabanzas de El reino de los ladrones, entremos en la polémica con la tercera entrega, La traición de Drake (2011). Cualquiera que haya jugado a este juego sabrá que hay muchos momentos, como el chateau en llamas, el accidente de avión, el hundimiento del crucero de lujo o todo lo relacionado con el desierto en general que iguala e incluso supera la espectacularidad y calidad gráfica de Uncharted 2. Además de esto, suma unos niveles en los que controlamos a Nate de adolescente que son maravillosos, tanto por la variedad que aportan a la trama como por el sentimiento que se ha puesto en ellos, y por si fuera poco profundiza en los personajes principales como nunca antes se había hecho en la saga. Sin embargo, y por mucho que me duela porque me lo he pasado tan bien o más con este juego como con el anterior, tengo que rendirme a la evidencia de que la segunda parte es más redonda en aspectos tan esenciales como el sistema de disparos, algo más engorroso en una tercera entrega que, sobre todo, se resiente por un argumento mucho más lineal que anuncia grandes cosas pero finalmente se queda en agua de borrajas.
Las dos tramas precedentes de Uncharted iban siempre de menos a más, como las buenas películas de Indiana Jones (no, no contamos la de los aliens y las neveras nucleares). El final de la segunda entrega, en la ciudad perdida de Shambhala, era un constante abrir la boca de puro asombro, y estaba cargada de belleza, emoción e intensidad. Por todo ello, no se explica que la trama de la Atlántida de las arenas, que ya solo con decirlo a uno se le pone la carne de gallina, con esos espíritus y fuerzas mágicas que se anuncian por todas partes contenidas en unas fabulosas jarras enormes, se reduzca luego a un paseíto sin más en el que, para colmo de males, ni espíritus ni leches. Es romperse una jarra y toda la ciudad se viene abajo, así porque sí, mientras corremos sin dar crédito a que se termine todo tan pronto. Para entendernos, es como si al abrir el Arca Perdida, Indiana Jones se encuentra que está vacía y que, encima, tiene que salir pitando porque el desierto va a explotar. Por ello, me perdonen los fans de la saga, entre los que me cuento, pero me temo que a este juego le hubiera venido fenomenal un tiempo más de desarrollo, que habría evitado parches y disgustos de última hora, como pasó con el sistema de disparos, y hubiera permitido cerrar mejor una trama que a mi juicio pide a gritos más "chicha" al final.
En cualquier caso, estamos hablando de detalles menores dentro de la excelencia más sobresaliente. Esta saga es, en general, una de las mejores opciones para comprobar los techos técnicos y jugables de la séptima generación, y uno de los mayores motivos de orgullos de los poseedores de Playstation 3. Puede que no tengan la profundidad de la que para mí es la mejor saga de la generación, Assassin's Creed, pero por contra tienen una mayor espectacularidad y un espíritu arcade soberbio, por no mencionar su fastuosa realización. Las aventuras de Nathan Drake son absolutamente extraordinarias, tan adictivas como impresionantes a todos los niveles, y para colmo son exclusivas de PS3. Ni Nintendo ni Microsoft tienen nada que se le parezca a esta fabulosa franquicia (ni a Heavy Rain, para qué engañarnos), y por si fuera poco le ha salvado la vida a la nueva portátil de Sony, PSVita, con una magnífica adaptación (El abismo de oro) en sus primeros y titubeantes meses de vida.
Avisados quedan. Ah, y atención al siguiente bombazo que Naughty Dog prepara como despedida de esta plataforma, que ya está poniendo a más de uno verde de envidia: The Last of Us. Aunque de ese, como de tantos otros grandísimos juegos, ya habrá tiempo de hablar en próximas entregas del Top.
Avisados quedan. Ah, y atención al siguiente bombazo que Naughty Dog prepara como despedida de esta plataforma, que ya está poniendo a más de uno verde de envidia: The Last of Us. Aunque de ese, como de tantos otros grandísimos juegos, ya habrá tiempo de hablar en próximas entregas del Top.
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