
Lucasarts es uno de los grandes grupos de desarrollo de videojuegos de todos los tiempos. Principalmente conocido por su amplia gama de juegos derivados de la franquicia paterna, Star Wars, esta compañía tuvo una época dorada a principios de los noventa, donde se coronaron como los reyes del género de la aventura gráfica con joyas del calibre de Indiana Jones and the fate of the Atlantis, Day of the tentacle o Monkey Island 1 & 2. Cualquiera de ellos sería un digno representante de este top 10. Nos quedaremos, sin embargo, con la secuela de la isla del mono por ser, quizá, la más descacharrante, divertida, emocionante y jugable de todas.

Por desgracia, es un género que anda de capa caída, quizá porque era perfecto para un tiempo en el que primaban más las ideas que los polígonos: se trata de un ejercicio de exploración e interacción con objetos y el entorno, obligando al jugador a encontrar la combinación adecuada para acceder a las siguientes áreas, con un interfaz muy sencillo que nos permitía realizar gran cantidad de acciones y donde los diálogos y las decisiones del jugador a este respecto cobraban una especial relevancia.
Del lado positivo, una aventura gráfica puede convertirse en un pasatiempo inmejorable, siempre que se avance de forma progresiva; de otro, puede ser una experiencia frustrante si uno se atasca, (y esto es más normal de lo que parece). Por último, toda la acción de estos juegos se controla con un puntero, con el que señalamos las acciones básicas (hablar, abrir, recoger, empujar, etc…). Con él desplazamos también al personaje por el área de juego, que está plagado de personajes con los que interactuar.

El surrealismo adquiere tintes antológicos en sus hilarantes diálogos o en situaciones tan sorprendentes como utilizar a un mono de manivela. Guybrush es un antihéroe en toda regla, que se pasa la mayor parte del juego engañando a los demás personajes y estafándolos para obtener los objetos que le permiten seguir avanzando, pero al mismo tiempo es entrañable y carismático, y uno no puede evitar cierta pena cuando le pasa algo malo (y esto también es más normal de lo que parece). Los personajes secundarios no le andan a la zaga, como el enterrador o el náufrago que enseña filosofía a su loro, y el enfrentamiento final con LeChuck, muñeco vudú mediante, tiene un desenlace sencillamente antológico.
1 comentario:
¡El Monkey 2! Mira que he jugado a pocos juegos, pero afortunadamente este es uno de los pocos a los que he jugado. Y menos mal, porque no tiene desperdicio.
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